13| Entrenamiento

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Cristal

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Cristal

Llegué a la sala de entrenamiento veinte minutos antes, esperando por Harvey mientras calentaba un poco antes de comenzar.

Hace una semana, luego de mi pequeño desliz con Adley, me obligué a mi misma a no volver a caer en sus extraños encantos. Por lo que esa misma noche, en la oscuridad de mi habitación, simplemente cerré los ojos y abracé a Kasey, aferrándome a él como si fuese mi cable a tierra.

Salí de mis pensamientos al oír alguien entrando a la sala y al girarme me crucé con una cabellera rubia y unos vibrantes ojos celestes. Mi cuerpo se tensó al verlo avanzar hacia mi, por instinto retrocedí, no queriendo acercarme a él por nada del mundo. Al ver mi reacción soltó una risa burlona.

-¿Qué pasa, ratita? ¿Me tienes miedo? -su voz descendió una octava, provocando que la piel se me erizara ante el timbre varonil que utilizó.

-¿Dónde está Harvey? -reclamé colocando las manos en mi cintura, tratando de demostrar una seguridad de la que carecía completamente.

Caley colocó las manos tras su espalda, viéndose más intimidante y firme de lo normal. Comenzó a caminar a mi alrededor, como un lobo a punto de cazar a su presa. Lo perseguí con la mirada; nerviosa y tensa. Varias veces había sido objeto de burla para Caley y las cosas nunca terminaban bien para ambos. Yo lloraba y él se reía con descaro, importándole poco el daño que pudiera causarme.

-Soy igual e incluso más capaz que Harvey de enseñarte a pelear, ratita -susurró esbozando una sonrisa torcida que me desagradó -Harvey no puede venir porque está ocupado haciendo unas cosas y me vi obligado a reemplazarlo -ladeó el rostro y se detuvo delante mío -Ahora, vamos hacer un poco de calentamiento.

El calentamiento con Caley se sintió suave, no había nada fuera de lo normal, pero aún así no pude evitar sentirme incómoda bajo su cristalina y profunda mirada. De reojo me di cuenta que observaba todo lo que hacía y el cómo lo hacía, lucía empecinado en no sacarme los ojos de encima.

-Bien, ahora haremos un poco de estiramiento -se detuvo delante mío y se relamió los labios, juguetón -Estira la pierna izquierda.

Fruncí el ceño ante su petición, pero no me molesté en protestar para no llevar esto a peor. Cuando estaba por estirar la pierna hacia un costado, Caley fue más veloz y me alzó la pierna, colocándola a un lado de su cadera.

Jadeé.

-¿Qué haces? -balbuceé al ver y sentir como poco a poco iba subiendo mi pierna hasta provocar que mi pie descansara sobre su hombro.

El dolor que experimenté se sintió extraño. Cuando traté de alejar mi pierna, Caley apretó mi tobillo desnudo, impidiendo que cambiara de posición.

-Eres flexible -ronroneó.

-Aléjate de mi -gruñí safando mi pierna y volviendo a pisar el suelo del tirón.

Los malditos Peyman| #1|+18|Terminada ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora