Apenas crucé la puerta de la cocina fui atrapada por dos brazos que se enroscaron a mi alrededor como serpientes, pegándome a un pecho firme. Su característico olor inundó mis fosas nasales y aquel lado oscuro que había descansado todo este tiempo salió a flote, haciéndome hundir la naríz en su pecho y ronroneando ante su atención.Pero todo lo bueno nunca dura ¿Verdad?
–¡Lindy! –la escandalosa voz de Noor y sus brazos tirando de mi cuerpo y pegándome al suyo me deconcertaron y me asquearon en partes iguales –¡Que suerte que volviste! ¡Estábamos tan preocupados por ti! –chilló la muchacha.
–Ni siquiera te aprendiste su nombre –comentó Kasey desde un sofá individual donde estaba leyendo un libro que no alcanzaba a identificar desde donde me hallaba.
Me despegué de la chica con una mueca y procedí a tomar distancia.
–Con Harvey estábamos tan preocupados –dijo tomando del brazo al vampiro de ojos violetas, quien la miró con las cejas fruncidas.
–Bien, bien. La idiotez acabó –unas manos femeninas me tomaron con cuidado de los hombros y me apartaron de todos –¿Qué acaso no pueden dejarla tranquila? Solo fue a dar un paseo –bufó y me giró para comenzar a caminar hacia las escaleras.
–¡Oye! ¿A dónde te la llevas? ¡Todavía tenemos mucho que discutir, Atenea! –ladró Harvey, pero la pelinegra ni siquiera se giró y simplemente estiró la mano que no me sostenía para hacer una señal obscena.
–Mejor ve a jugar a las muñecas con Noor, Peyman –escupió Atenea.
Subimos las escaleras y luego avanzamos hasta llegar a la puerta de mi habitación, donde la abrí y me adentré para luego lanzarme a la cama, quedando boca arriba.
–Gracias por salvarme de esa extraña situación –murmuré, me enderecé un poco, apoyándome en mis codos y miré a la pelinegra.
Me dió una pequeña sonrisa que no le llegó a los ojos y hundió las manos en su chaqueta. Su cuerpo estaba recostado contra el marco de la puerta, con una pierna cruzada sobre la otra. Lucía relajada, pero sus ojos tenían algo... Como si fuese una inquietud.
–¿Sucede algo? –le pregunté con cuidado, temiendo ser mandada a la mierda por inmiscuirme en cosas que no debía.
Atenea soltó un suspiro, dió varios pasos dentro del cuarto y cerro la puerta detrás suyo con cuidado, haciendo el menor ruido posible. No tomó asiento a mi lado, pero se recostó sobre la puerta y cruzó las brazos sobre su pecho.
–No deberías quedarte en esta casa –su voz salió en un murmullo que de no ser porque mi oído captaba todo a su alrededor, podría fácilmente no haberla escuchado, pero aún así lo hice fuerte y claro.
–¿Disculpa? ¿Acaso tú también vas a intentar echarme de aquí? –me enderecé por completo, quedando sentada al borde del colchón.
–No lo entiendes. No eres la primera que pasa por esta situación –se acercó apresuradamente y tomó asiento a mi lado de forma brusca –Antes de ti hubo otra chica, una niña llamada Holly –susurró con la vista al frente y expresión torturada.
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Los malditos Peyman| #1|+18|Terminada ✓
FantasíaWendy Bunner era una chica dulce, inteligente y tímida. Era buena hija y buena amiga. Su vida era normal. Hasta que los conoció a ellos: Fríos. Seductores. Agresivos. Maleducados. Cínicos. Malditamente hermosos. Perversos. Y lo más importante: Con...