11| Favores peligrosos

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Wendy

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Wendy

-Esta será tú habitación -dijo Alex abriendo una puerta y dándome paso para entrar.

Me adentré al lugar, mirando a mi alrededor.

Era una habitación de paredes color crema, con una gran cama en el medio de frazadas celestes, habían dos mesitas de color gris a los lados de esta y enfrente había un gran televisor de pantalla plana colgado en la pared, debajo de este se encontraba una cajonera gris con algún que otro adorno encima. A un costado habían dos puertas que supuse eran el baño y el armario. Finalmente, pero no menos importante, había una ventana corrediza que daba a un gran y bonito balcón.

La habitación era cómoda y simple, pero podía darle mis toques personales, considerando que viviría aquí hasta morir.

Tomé asiento al borde de la cama y miré a Alex con una suave sonrisa que lo hizo alzár una ceja.

-No tengo ropa aquí ¿Qué se supone que me ponga? -pregunté ladeando la cabeza.

El rubio abandonó el marco de la puerta para avanzar hacia mi, lento, sin quitarme los ojos de encima. Llegó hasta estar parado entre mis piernas y se inclinó, tomando mi mentón, elevándolo hasta obligarme a verlo.

-¿Alguna otra cosa que desee la princesa caprichosa? -su voz se oyó más grave y profunda, haciendo que un pequeño suspiro abandonara mis labios, haciéndolo sonreír con descaro.

-Creo que esta es una cama muy grande solo para mi -susurré hundiendo las uñas en el borde de la cama -¿No quiere hacerme compañía en este frío día, señor Lennox? -ronroneé liberandome de su agarre en mi barbilla y tomando su mano para colocarla en mi mejilla.

Sus largos y tibios dedos se posaron sobre mi piel, con su pulgar acariciando mi pómulo en pequeños círculos.

-Aparte de caprichosa, lujuriosa -gruñó entre dientes volviendo aprisionar mi rostro y empujándolo hacia él hasta que nuestras narices se rozaron.

Sus cristalinos ojos adquirieron pequeños tonos azules que los hacían relucir como dos diamantes.

-¿Va hacer algo al respecto, amo? -susurré esbozando una sonrisa sensual, tentando mi suerte.

Eso lo hizo reír entre dientes, se acercó hacia mi oído, dejándome sentir la calidez de su aliento hasta que habló.

-Me encantaría cumplirte el capricho y quedarme aquí -mordisqueó el lóbulo de mi oreja, arrancándome un jadeo -Pero no soy tan fácil como mi hermano, princesa.

Y con eso me soltó para terminar de alejarse completamente de mi. Llegó hasta la puerta, donde hizo una pequeña inclinación de cabeza.

-Vendrá una mujer a tomarte las medidas para tú ropa y mañana empezarás a entrenar con Delia.

Los malditos Peyman| #1|+18|Terminada ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora