34| Verdad

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Cristal

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Cristal

Me apoyé en la pared del pasillo, mirando a mi alrededor para tratar de adivinar hacia donde se había ido la joven de cabello blanco mientras trataba de mentirme a mi misma sobre mis razones para buscarla.

Entonces lo oí, una risita femenina y el susurro de unos tacones repiqueteando. Me apresuré a seguir el sonido hacia donde pensé que estaría, pero en vez de chocar con una mujer, me estrellé contra una pared de piel y tela que me atajó antes de que pudiera caer de culo. Por instinto mis dedos soltaron la copa haciendo que el líquido nos ensuciara a ambos y el cristal se quebrara. Mis dedos se aferraron a la tela de su camisa y el olor a perfume masculino inundó mi olfato mientras sus grandes manos se cerraban en mi cintura, sujetándome.

Eché la cabeza hacia atrás, estrellándome con un par de ojos obsidiana junto a una máscara verde, azul y negro que pretenden imitar unas escamas de reptil. Por un segundo nadie dijo nada, el silencio a nuestro alrededor volviéndose pesado y tenso, como una cuerda. Me miró de pies a cabeza hasta volver a mi rostro cubierto por la máscara.

-Tenga cuidado señorita -su voz, rica y profunda, con un acento arrastrado que me hizo contener el aire. Por un segundo, me pareció ver que se inclinaba más cerca mío hasta estar a centímetros de mi rostro, envolviéndome en su esencia masculina -¿Se encuentra bien?

Con mucho esfuerzo me recordé a mi misma que ya tenía demasiados problemas encima y sumar a este... Gran y embriagador hombre no haría más que aumentar mi problemática. Y aún así no podía dejar de repasarlo como un drogadicto a la droga. El traje verde oscuro con bordados en un hilo plateado brillante que parecía resplandecer bajo las tenues luces del pasillo, su camisa, de un blanco impoluto que se amoldaba a la fuerte y musculosa figura había conseguido sobrevivir al impacto de mi bebida, al igual que los pantalones.

Menos sus caros zapatos de cuero, estaban goteando vidrio y champán.

Sentí el calor de la vergüenza trepar por mi cuello y me aparté de su cálido tacto, sintiendo el rastro caliente que dejaron sus palmas incluso a través de la tela del vestido y respiré profundo, despejando la bruma de mi mente.

-Si, si -respondí arrastrando los dientes por mi labio inferior con nervios -Lamento lo de sus zapatos -susurré removiéndome en mi sitio, levantando la cabeza para ver su expresión.

Este parece que recién caía en cuenta de lo que había sucedido, ya que bajó la vista viendo sus zapatos con las cejas fruncidas para volver a mirarme.

-Tengo otros miles iguales en mi armario, no te preocupes por eso -hizo un gesto con la mano para quitarle importancia, pareció a punto de decir algo más, pero una voz femenina nos interrumpió.

-¿Hunter? ¿Lo encontraste o qué?

Ambos miramos detrás mío a una mujer con vestido brillante rosa, de tirantes y corto hasta los muslos. El cabello fucsia le caía hasta los hombros en bucles. Su rostro estaba cubierto hasta la mitad por un antifaz con alas de mariposa y pedrería rosa, sin embargo eso no impedía ver los ojos gris azulado que saltaban del hombre a mi y viceversa. La mujer parecía joven, quizás apenas unos años más que yo.

Los malditos Peyman| #1|+18|Terminada ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora