23| Los hijos de Adán y Eva

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«Soy tú demonio

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«Soy tú demonio.»

Tres palabras que habían causado un revuelo en todo mi sistema nervioso ¿Así se sentía?

Aunque traté de insistir en el tema, él no lo permitió, esquivó todas y cada una de mis preguntas y en su lugar retomó las tareas. No me contestaba a no ser que fuera una pregunta de los apuntes. Al final terminé resignandome y volviendo con las tareas. Así fue como estuvimos varias horas, hablando de tareas y clases como si de verdad fuéramos dos simples estudiantes.

Era ridículo.

Cuando llegó la hora de irse lo acompañé a la puerta para evitar futuros altercados. Una vez estuvimos delante de esta vi como él se inclinaba para besar mi mejilla, pero una voz femenina nos sorprendió.

–¿Ya te vas?

Ambos miramos a Noor parada sobre uno de los escalones, con una falsa sonrisa de inocencia. Vestía un bikini negro que realzaba su figura y la hacía ver increíblemente bien ¿Cómo es que dos pedazos de tela podían hacerte ver así?

–Mis disculpas, pero ya se hizo tarde y debo volver a mi hogar –la voz de Asier se oyó tranquila.

–¿Por qué no te quedas a cenar con nosotros? Luego si se hace muy tarde puedes quedarte a dormir en una de las habitaciones de invitados –insistió sin borrar su sonrisa, bajó los últimos escalones y se acercó a nosotros.

O mejor dicho se acercó a él, ya que a mi me ignoró.

Asier me miró de reojo, como preguntándome qué hacer. Por mi parte me encogí de hombros, sin saber que responder. Después de todo ninguno de los Peyman nos había molestado en todo el día ¿Por qué hacerlo en una cena? ¿Qué podrían ganar? Ante mi desinterés soltó un suspiro.

–Está bien.

De pronto la chica soltó un gritito de felicidad y le dió un abrazo, pegando sus pechos al cuerpo del chico. Asier se quedó un tanto sorprendido por el abrazo y tan tieso como una tabla. Noor se separó al notar que no era correspondida, pero no perdió la sonrisa.

–¡Iré avisarles a los otros!

«Seguro que ya lo saben.»

Quise expresar pero preferí guardar silencio y ver como se daba vuelta moviendo de un lado al otro su trasero que sólo era cubierto por un hilo negro.

–Le queda bien –murmuré creyendo que mi acompañante no me escucharía.

Sentí como Asier se colocaba detrás mío, sin llegar a tocarme y luego su tibio aliento acarició en mi oreja.

–Conozco a alguien que le quedaría mejor –susurró y automáticamente mis mejillas ardieron al entender el mensaje.

Justo cuando pensaba contestar vi como Kasey entraba al lugar, nos miró con una ceja alzada, pero no dijo nada y siguió su camino hacia la cocina.

Los malditos Peyman| #1|+18|Terminada ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora