12| Lección oral

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Alexandre

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Alexandre

Miré el bolígrafo con furia, como si tuviera la culpa de todas mis desgracias ¿Por qué estaba tan enojado? Apreté los labios, sabiendo de antemano la razón de mi enojo, donde todo se resumía a una pequeña princesa caprichosa y lujuriosa.

Observé los papeles sin realmente estar haciéndolo, por alguna razón mi cerebro había decidido tomar unas vacaciones y dejarle el cargo a mis impulsos e instintos más básicos y primitivos. Era absurdo, me sentía como cuando tenía quince años humanos y estaba descubriendo lo que eran las tetas y los coños, calentandome cada vez que veía un escote.

Me llevé los dedos a la sien mientras dejaba caer el bolígrafo sobre los papeles y murmuraba una sarta de maldiciones en ruso.

Esto es inaceptable, Alexandre.

Y aún así ya estaba dándome vuelta en la silla giratoria y viendo a través de la ventana hacia el patio trasero a las dos figuras femeninas que caminaban en círculos como dos lobos a punto de luchar por su territorio.

Sabía perfectamente que Delia era capaz de luchar contra diez personas que le doblaban el tamaño, yo mismo le había enseñado la mitad de sus movimientos de batalla y Günther le había enseñado todo lo necesario sobre el mundo sobrenatural para que pudiera sobrevivir si algún día algo nos sucedía. Habíamos críado a Delia desde que tenía diez años luego de encontrarla vagando en el bosque porque un grupo de vampiros había masacrado su manada.

Para nuestra desgracia, ni Günther ni yo encontramos las agallas suficientes para dejar a su suerte a una cría de licántropo, por lo que, en contra de nuestros instintos, decidimos criarla como nuestra... ¿Hija? ¿Guardaespalda? Delia se había hecho conocida por todas las muertes que cargaba en su espalda gracias a que nosotros la llevábamos a todos lados para que se ensuciara las manos. Era nuestra mercenaria. Nuestra mejor creación en años, una que ni siquiera los vampiros que transformábamos podían reemplazar.

Pero ahora no trabajaría sola, debía aprender a trabajar con Emely si no queríamos que las cosas se salieran de control.

Emely Lennox.

Esa peliblanca parecía ser creada para hacerte caer en su trampa. Con esos enigmáticos y brillantes ojos, solo le bastaba darte una mirada para tenerte jadeando por ella como un perro en celo.

Mis ojos se desviaron al sur de ese curvilíneo cuerpo, apreciando la perfecta curva de su culo en esos apretados y cortos shorts negros que dejaban la pálida y rosada piel de sus piernas al descubierto.

¿Te gusta, caprichosa? ¿Te gusta exponerte así ante mi?

Pensé, pero no lo exterioricé.

Desvié un poco la vista hacia un costado, notando que varios de mis vampiros habían dejado sus puestos de vigilancia para ponerse a salivar por las dos chicas que peleaban cuerpo a cuerpo en poca ropa. Solté un gruñido y envié una orden mental a todos ellos.

Los malditos Peyman| #1|+18|Terminada ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora