21| Sueños

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Observé la espalda desnuda de Harvey subiendo y bajando con tranquilidad

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Observé la espalda desnuda de Harvey subiendo y bajando con tranquilidad. Uno de sus fuertes brazos estaba estirado, descansando sobre mi estómago descubierto.

Si, había caído por Harvey, otra vez.

Luego de la oferta que me hizo sobre el pacto de sangre, salimos de la ilusión para volver a la oscuridad del bosque y antes de que pudiera decirle algo más sobre el pacto, me calló con un beso para luego decirme que tenía tiempo para darle una respuesta. Me trajo a casa, nos metió en mi habitación y... Luego perdí la noción de todo.

Recordaba fragmentos de todo lo que había sucedido, aunque parecía que mi cuerpo era el que más recordaba porque todo me dolía de forma horrible.

Me deslicé fuera de la cama, fui a tomar mis bragas pero estas estaban desechas en una esquina del cuarto. Suspiré y fui por un par nuevo, pero me detuve de golpe al pasar frente al espejo.

La imagen que me devolvía mi reflejo me erizó la piel y retrocedí, asustada.

Había una Wendy con los ojos brillando como dos rubíes. Su cuerpo estaba lleno de marcas moradas y arañazos. En su piel ya no había marca del tatuaje de la espada porque esta se hallaba en su mano, sosteniéndola, mientras una sonrisa aterradora cruzaba su rostro. En resumidas palabras: era una versión aterradora mía.

La otra yo movió su mano libre en un pequeño saludo. Pestañeé, tratando de averiguar si ya estaba alucinando, pero al ver que desapareció respiré profundo, calmandome.

Busqué las bragas y me las puse, luego tomé la camiseta de Harvey y salí de la habitación haciendo el menor ruido posible. Recorrí el pasillo en dirección al despacho del señor Andley, rezando para que la daga de Clint estuviera ahí y pudiera volver con él para saber mi verdadero origen.

Llegué al despacho sin problemas, pero cuando intenté abrir la puerta esta se encontraba con llave.

–Bien, mi otra yo, es momento de que me enseñes de qué somos capaces –murmuré y extendí la mano en dirección a la cerradura, lista para abrirla.

–¿Qué crees que haces?

Di un salto al oír una voz masculina mucho más grave de lo normal y miré al causante. No podía verlo bien gracias a la oscuridad del pasillo, pero si distinguí dos ojos rojos que brillaban como dos lámparas.

–¿Kasey? ¿Eres tú? –me arriesgué a preguntar.

La figura dió un paso al frente hacia la luz que entraba por la ventana del fondo y pude verlo en su verdadera forma.

El cabello castaño claro tan característico suyo, ahora lo tenía de un color rubio arenoso con reflejos castaños. Su rostro estaba más pálido de lo normal, dejando ver un camino de venas azules y negras que iban por todo su rostro hasta esconderse bajo el cuello de la camiseta. La forma de su cara era mucho más afilada y delgada que siempre, dejando ver la forma del hueso de la mandíbula. Tenía la boca abierta, mostrando los colmillos más largos que hubiese visto alguna vez y jadeaba como un perro. Estiró el brazo en mi dirección y por instinto me aparté al ver las afiladas y largas garras que salían del lugar en el que deberían estar sus uñas.

Los malditos Peyman| #1|+18|Terminada ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora