18| Tregua momentánea

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Wendy

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Wendy

Di la vuelta, esquivando el filo de la espada por los pelos y volví a mirar a mi atacante.

Delia se veía empeñada en clavar su espada en alguna parte de mi cuerpo durante el entrenamiento. Admitía que era rápida, sus ataques eran limpios y serían perfectamente eficientes si no los estuviera esquivando todo el tiempo. Llevábamos una hora de entrenamiento y se veía igual de fresca que una lechuga, con el semblante serio, los labios apretados con dureza y la mirada de un depredador a punto de asesinar a su presa.

No tenía pruebas, pero algo me decía que no le caía muy bien a Delia, o por lo menos no era de sus personas favoritas.

Solté un quejido al sentir el filo de su espada rasgando mi brazo gracias a mi distracción. Me aparté antes de que volviera a intentar rajarme en dos y ante su sorprendida mirada, sostuve el arma entre mis dedos por el filo, tiré y le quité la espada, arrojándola contra un árbol, clavándola en la parte más alta del tronco.

–Ya basta –mascullé tocando la herida de mi brazo, viendo la sangre descender hasta mi mano.

–¿Qué pasa? ¿Le tienes miedo a un simple corte? –se burló cruzándose de brazos.

–¿Por qué estás contra mi? –gruñí acercándome a ella hasta estar parada a una distancia razonable –No he intentado nada como para que estés en mi contra ¿O es que haces todo esto por celos?

–¿Celos? ¿Eso es lo que piensas? –carcajeó –Tú no tienes idea de nada.

–Claro que no la tengo, si nadie me dice mucho de lo que sucede en esta casa –protesté volviendo a mirarme el brazo, notando que la herida comenzaba a cerrarse y volví a verla –Me gustaría que pudiéramos llevarnos bien, no pido que seamos mejores amigas, pero por lo menos tolerarnos y que no tenga que preocuparme que vayas arrancarme la cabeza con esa cosa –señalé la espada.

–Es que yo si quiero arrancarte la cabeza con mi espada –confesó encogiéndose de hombros.

Oh, bien, vamos progresando.

–Estoy segura de que a los Lennox no les gustaría saber que intentamos matarnos entre nosotras –murmuré dando un paso al frente, dudosa de su reacción, pero al notar que se quedaba quieta, suspiré –Sé que no me quieres, sin embargo, podemos intentar llevar la fiesta en paz ¿Si?

–No confío en ti, mucho menos al saber que vienes de los Peyman –siseó.

Genial, incluso sin estar presentes se las arreglan para joderlo todo.

–Yo tampoco confío en los Peyman –confesé sintiendo un horrible dolor punzante en el pecho al volver a nombrarlos –Me tuve que dar cuenta a la fuerza de que ellos no eran las mejores criaturas del mundo –esbocé una sonrisa amarga ante el recuerdo de los hermanos –Me lastimaron mucho Delia, y sé que los licántropos pueden oler las emociones de los demás... Dime ¿Qué hueles en mi?

Los malditos Peyman| #1|+18|Terminada ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora