Tres meses después...
Oí algo gotear; lento, suave, pausado. Era extraño, podría jurar que del otro lado no debía escuchar nada ¿Acaso estaba lloviendo aquí? Traté de mover mis extremidades y sentí una superficie suave y blanda debajo mío. Moví los dedos de las manos, sintiendo una extraña tela alrededor de ellas y pestañeé, abriendo los ojos del tirón.
Lo primero que vi fue un techo de madera. Moví la cabeza a un costado y vi una ventana cerrada, miré hacia el otro costado encontrando dos puertas; una que supuse era un armario y la otra la puerta de salida. La habitación era pequeña, pero acogedora.
Sentí algo incomodarme el brazo, al bajar la vista noté que tenía una aguja con un tubo que contenía un líquido negro y entraba a mis venas. Seguí el tubo transparente hasta dar con una bolsa que estaba a la mitad y llena del líquido negruzco ¿Qué era eso? ¿Por qué entraba en mis venas?
¿Qué sucedió?
–Veo que por fin despiertas.
La puerta se abrió, revelando una figura femenina y al pararse delante de la cama recordé quién era.
–¿Thea? –murmuré y ella sonrió.
–Bien, conservas tú memoria intacta muñeca, eso es bueno –se acercó hasta sentarse a un costado de la cama –¿Recuerdas lo que te sucedió?
Me llevé la mano al rostro, tratando de recordar lo que había pasado hasta que diferentes imágenes comenzaron a caer en mi cabeza como pequeños flashbacks.
Los Peyman.
El monseñor.
Agua bendita.
Sangre.
Muerte.
Fuego.
Poco a poco las piezas fueron cayendo en su lugar hasta que recordé todo lo que había sucedido y me senté en la cama de golpe.
–¿Estoy viva? –pregunté bajando la vista hacia mis manos, que tenían unas pequeñas vendas cubriéndolas.
–Enrealidad moriste –susurró ella deslizando la mano hasta sostener la mía con delicadeza.
–¿Qué? Pero si estoy aquí... Sigo aquí ¿No?
El rostro de Dorothea adquirió una expresión de dulzura que me fue difícil comprender.
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Los malditos Peyman| #1|+18|Terminada ✓
FantasíaWendy Bunner era una chica dulce, inteligente y tímida. Era buena hija y buena amiga. Su vida era normal. Hasta que los conoció a ellos: Fríos. Seductores. Agresivos. Maleducados. Cínicos. Malditamente hermosos. Perversos. Y lo más importante: Con...