30| Visión

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Doble actualización

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Doble actualización. 1/2



El olor a lluvia, tierra, sudor y sangre llenaba el lugar. Los gritos, aullidos, rugidos y quejidos se oían por todos lados. El agua caía a cántaros sobre mi cuerpo, empapandome por completo.

Miré a mi alrededor, asombrada por lo que veía.

Habían razas de seres sobrenaturales peleando entre ellos con espadas, flechas, algunos lanzaban bolas de energía, otros se transformaban en grandes bestias aladas que alzaban vuelo y escupían fuego. Por otro lado alcancé a distinguir animales de cuatro patas correr y arrojarse sobre alguna criatura, mordiéndolos con salvajismo.

Era una carnicería.

Bajé la vista a mi cuerpo, notando que portaba un traje rojo sangre con detalles plateados y dorados. En la cintura llevaba un cinturón con armas que no pude comprender su utilidad y en la mano derecha llevaba una espada. Mi espada. La misma que durante un tiempo estuvo tatuada en mi piel cuando viví con los Peyman. Sostenía el mango con fuerza, luciendo lista para atacar al primero que osara ponerme un dedo encima.

-¿¡A qué esperas?! -me gritó una voz masculina a unos metros de mi que movía dos espadas como si fuesen una extensión de su cuerpo, peleando contra dos criaturas de rostro deforme que parecían querer comerse al hombre.

No sabía quién era, pero sentía que lo conocía, algo dentro mío comprendía quién era. Su cabello de un rubio rojizo estaba empapado con algunos mechones cayendo en su frente, sus ojos, de un dorado que parecía líquido miraban a sus enemigos como si pudiese atravesarlos con la mirada. Era un ser sobrenatural, de eso no tenía duda. Llevaba una armadura dorada con detalles rojos y con cada golpe que daba con sus espadas parecía desprender una oleada de poder sorprendente.

Cuando le cortó la cabeza a ambas criaturas se giró a verme, jadeando y con las cejas fruncidas, cabreado. Parecía que en cualquier momento me cortaría la cabeza a mi.

-¿Qué haces ahí parada? ¡Abre las puertas del infierno! ¡Ahora!

Ni siquiera supe en que momento salí de mi inspección, pero para cuando me di cuenta ya había enterrado la espada en la tierra con fuerza, hinqué una rodilla en el suelo y murmuré unas palabras que hicieron temblar la tierrra. Me aferré a la espada, alzando la vista para ver como el suelo se abría en dos, creando una gran abertura de la cual comenzó a verse luces rojas y del cual se oyeron miles de sonidos desagradables que me erizaron la piel.

Pero no me moví, me quedé ahí, espectante.

Lo primero que vi fue un hocico que muy pronto dió lugar a un gran caballo negro de aspecto amenazante. Sin embargo no fue eso lo que más llamó mi atención, sino su jinete.

Los malditos Peyman| #1|+18|Terminada ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora