Me estallaba la cabeza.
Un hilo de sangre bajaba por mi frente, seguía por mi mejilla y terminaba en mi mentón. A mi lado izquierdo Alex forcejeaba con las cadenas tratando de liberarse, mientras que a mi lado derecho Delia todavía seguía un tanto embobada gracias al efecto sedante de la flecha que le habían disparado en el muslo, enfrente mío Günther tenía la cabeza recostada contra el palo al que lo habían encadenado, a su lado izquierdo el capitán de la guardia élfica: Hasen, murmuraba algo que no alcanzaba a oír gracias al mareo que tenía, y a su lado derecho Rowena miraba a nuestro alrededor con sus fieros ojos élficos, parecía la más consciente de todos nosotros hasta ahora.
Giré la cabeza hacia otro lado, encontrando al resto de la guardia especial élfica encadenados a palos justo como nosotros. Más allá de algunos cortes y magullones lucían bien y parecían comenzar a recobrar los sentidos.
Oh, Clint estará muy cabreado como volvamos sin sus preciados elfos.
-¿Sabes? Cuando esta mañana dije que nunca está mal vivir algunas aventuras, no me refería a este tipo de aventuras -suspiró Günther abriendo los ojos entre lentos pestañeos, parecía trabajar a cámara lenta.
-Si, bueno, debiste especificarle eso al universo esta mañana -gruñí bajando la vista hacia las cadenas que retenían mis muñecas, se envolvían en mi cintura y me aferraban al palo detrás mío.
-Oh, dios, la cabeza me va a estallar -gimoteó Delia a mi costado y no pude estar más deacuerdo con ella.
-Creo que tenemos un problema mucho mayor que tú cabeza, querida -la voz ronca de Hasen se hizo oír por fin.
Comprendí a lo que se refería al oír unas pisadas provenir del exterior y me enderecé todo lo que pude, contuve el aliento al ver como movían la pesada tela de la tienda en la que estábamos y una figura entró.
Lo primero en lo que me fijé fue en las botas de piel de animal, luego en los viejos y mugrosos vaqueros que escondían unas fuertes piernas, seguí mi recorrido hasta un torso ancho, moreno y duro que estaba lleno de cicatrices idénticas a garras de animales, no tenía idea de qué tipo de animal podía dejar semejantes cicatrices, pero sí sabía que no se me antojaba cruzarme con ellos. Sus brazos parecían lo suficientemente fuertes como para romperle el cuello a alguien si así lo quisiera, llevaba el tatuaje de una serpiente enroscada en la muñeca que subía por su brazo y la cabeza con forma de diamante descansaba en su pectoral derecho, mientras que en el izquierdo el tatuaje de una corona de espinas relucía sobre un cráneo. Su cuello era ancho y grueso. Finalmente estaba su cabeza; llevaba el grasiento cabello castaño atado en una coleta despreocupada, una barba estilo candado de unos cuantos días que se ajustaban al rostro salvaje del hombre, de rasgos duros y fieros. Tenía las cejas fruncidas y sus fríos ojos verdes de pupilas verticales, completamente reptiles, nos miraban con una mezcla de repudio y diversión.
Estiró los labios en una sonrisa que me puso los pelos de punta.
-Admito que no esperábamos visitas el día de hoy -su voz era rasposa e hizo una ridícula reverencia que era más una burla que respeto -Me presento, mi nombre es Lysander, pero creo que ustedes me conocen con otro nombre -chasqueó la lengua, una bífida que me recordaba a las serpientes -¿Cómo era que...?
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Los malditos Peyman| #1|+18|Terminada ✓
FantasyWendy Bunner era una chica dulce, inteligente y tímida. Era buena hija y buena amiga. Su vida era normal. Hasta que los conoció a ellos: Fríos. Seductores. Agresivos. Maleducados. Cínicos. Malditamente hermosos. Perversos. Y lo más importante: Con...