Capítulo 102

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"Pensamientos alegres"

—Harry, ya va siendo hora de ir... ¿Ese es el gato de Hermione?

—Ah, sí, cuando abrí la puerta para salir entró a la habitación.

—... ¿Cómo demonios entró a nuestra sala común? 

—No lo sé, pero Crookshanks es muy inteligente, no debería sorprenderte.  

Theo solo puso los ojos en blanco, pero asintió, viendo como Harry se levantaba de la cama con el gato en brazos y así salieron de la sala común, mientras el de ojos verdes mimaba al gato camino al Gran Comedor. 

Y aunque no sabía si era a propósito, Harry estaba contento con la presencia del minino, pues sus ronroneos lo estaban ayudando a tranquilizarse, pasando el horrible pánico que había sentido cuando se despertó esa madrugada, de puro milagro sin despertar a su compañero, que ya estaba fuera de la habitación para cuando salió de su pesadilla... ojalá y fuera solo una pesadilla. 

Estaba de pie en una habitación oscura con cortinas, iluminada con unas pocas velas, y agarraba con ambas manos el respaldo de una silla que tenía delante. Eran unas manos blancas de largos dedos, como si no hubieran visto la luz del sol durante años, mucho más pálidas de lo que solían estar sus manos, y no tenían cicatrices ahora. Frente a esta, estaba arrodillado un hombre que llevaba una túnica negra.

—Al parecer me han aconsejado mal —dijo Harry con una voz fría y aguda, cargada de ira.

—Le ruego que me perdone, amo —respondió con voz ronca el hombre que estaba arrodillado en el suelo.

—No te culpo a ti, Rookwood —afirmó Harry, aunque sin hacer ningún gesto que corroborara sus palabras.

Soltó la silla y se acercó al hombre que estaba encogido de miedo en el suelo, hasta situarse enfrente de él en la oscuridad, y miraba hacia abajo desde una altura mucho mayor de la habitual.

—¿Estás seguro de lo que dices, Rookwood? —preguntó Harry.

—Sí, mi señor... Yo trabajé en el departamento después.., después de todo...

—Avery me dijo que Bode podría sacarla de allí.

—Bode jamás habría podido tomarla, amo...

—Levántate, Rookwood —susurró, pero aún así fue capaz de trasmitir el sentido autoritario en la frase.

El hombre arrodillado casi se cayó con las prisas por obedecer. Tenía la cara picada de viruela y cicatrices. Al ponerse en pie permaneció un poco encorvado, como si se hubiera quedado a media reverencia, y lanzaba miradas aterradas a Harry.

—Has hecho bien contándome eso —dijo Harry—. Muy bien... Por lo visto, he malgastado meses urdiendo planes inútiles... Pero no importa, volveremos a empezar. Cuentas con la gratitud de lord Voldemort, Rookwood.

—Sí, mi señor —contestó con voz ahogada y ronca, cargada de alivio.

—Voy a necesitar tu ayuda. Voy a necesitar toda la información que puedas conseguir.

—Por supuesto, mi señor, por supuesto... Haría cualquier cosa por usted...

—Muy bien, ya puedes irte. Envíame a Avery— Rookwood salió caminando hacia atrás, haciendo reverencias, y desapareció por una puerta. De alguna forma eso era satisfactorio de ver, pero también le parecía patético.

Harry, a solas en la habitación en penumbra, se volvió hacia la pared, donde había colgado un viejo espejo rajado y con manchas. Fue hacia él, su reflejo se hizo más grande y más nítido en la oscuridad... Vio una cara más blanca que una calavera, unos ojos rojos con unas pupilas que parecían rendijas...

Insecurity [Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora