Capítulo 133

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"El inicio del final"

Hogwarts estaba bajo ataque. 

Algunos estudiantes gritaban porque las puertas de las salas comunes estaban selladas, obra de los maestros para evitar que se pusieran en riesgo. 

Solo un pequeño grupo había logrado salir, o más bien estaban afuera desde antes, con un extraño golpe de suerte que les permitía seguir en la batalla, incluso si no debería ser posible que un par de estudiantes de quince, dieciséis, ni siquiera diecisiete años, pudiera hacerle frente a unos mortífagos.

Ron, Hermione, Ginny, Luna, Neville, ellos eran los que estaban haciéndole frente a los mortífagos junto a los miembros de la Orden del Fénix, mismo que no tenían reparo en tratar de mandar a los chicos atrás, pero sin éxito, al punto que comenzaban a aceptar que necesitaban su ayuda para poder mantener el lugar seguro. 

Theo, bajo la capa de invisibilidad de Harry, estaba obstaculizando a los mortífagos como podía, evitando así que atacaran a los miembros de la Orden que por cualquier motivo estaban teniendo problemas, en gran parte porque eran atacados por varios a la vez. 

Pero nadie se fijó realmente en un chico rubio que corría escaleras arriba, no porque no quisieran detenerlo, sino porque una barrera puesta de forma abrupta impidió que todos pasaran, y cuando alguien trató de cruzarla, su cuerpo fue expulsado hacia atrás con tal fuerza que chocó contra una pared paralela. 

El corazón del muchacho latía con tanta intensidad, que podría jurar que lo escucharía todo el castillo, el miedo era palpable para él, pero a su vez, la determinación lo hicieron continuar, sin siquiera dudar de su propósito. 

¡Expelliarmus!

Gritó apenas estuvo arriba, y la varita que el viejo mago tenía levantada, seguramente en forma de tratar de eliminar la Marca Tenebrosa que yacía encima del colegio, salió volando de su mano, que tampoco puso gran resistencia por evitarlo, como seguramente habría hecho de sentirse realmente amenazado.

—Buenas noches, Draco —saludó el director—. Veo que haz llegado hasta aquí. 

Pero Malfoy no mostró ningún interés por responder el saludo, y tampoco bajó la varita, que seguía apuntando al maestro. 

—¿Puedo preguntar si estás solo? —siguió Dumbledore, imperturbable ante la falta de reacción. 

—No —dijo Malfoy, apretando los labios por un momento—. Los mortífagos me están apoyando. 

—Bien... veo que lograste colarlos al castillo.

—¡Justo bajo sus narices! —se regodeó.

—Sí, muy ingenioso... ¿Serías tan amable de decirme cómo, Draco?

—Armarios evanescentes —dijo sin mayores vueltas, sonriendo de repente, orgulloso de su logro—. Reparé el armario, lo usé como puerta, ¡y usted ni siquiera se ha dado cuenta!

Habla demasiado.

—Muy inteligente —halagó Dumbledore—. ¿Dónde está el otro?

—En la tienda de Borgins and Burkes —respondió, respirando de forma notoria, como si le costara—. Ellos podrían entrar por allí, sin que nadie se de cuenta... ¡Lograron superar las barreras de las que tanto usted se jactaba!  

—Un plan brillante —volvió a asentir Dumbledore, aunque su voz sonaba débil, cansada—. Eh de suponer que alguien te avisó que saldría esta noche. 

—Sí, Rosmerta —le confesó, pero su varita seguía alzada, extrañamente firme.

—¿Hace cuánto está bajo la maldición imperius?

Insecurity [Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora