Capítulo 152

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"Normal"

Harry se despertó de un salto, sentándose en la cama tan de prisa que sintió que el mundo le daba vueltas; casi siendo incapaz de contener un grito que por poco escapó de su garganta. 

Tardó unos minutos en ajustar su visión a la poca claridad que la luna proveía, y aunque era una vista a medias, se dio cuenta de que solo estaba en su habitación. Suspiró y se dejó caer de nuevo a la cama.

No había llegado tarde, Fred no había muerto... Nadie de su familia había fallecido en esta ocasión. Y Voldemort no había revivido de nuevo. 

«¿No puedo soñar mejor, no sé, con el encuentro con mis padres?» Pensó con amargura, poniendo sus manos sobre sus ojos, frotándolos con quizá demasiada fuerza. 

Se quedó unos minutos en silencio, obligándose a calmarse sin necesidad de recurrir a sus ansiolíticos, pero pensando en que tal vez debía ir a buscar una poción para dormir; ya había pasado una semana desde la última dosis, quizá podía permitirse buscar una. 

Sin embargo, se escuchó un golpe en la puerta, y Harry se levantó tan de prisa con la varita de saúco ya en su mano que ni siquiera tuvo tiempo de darse cuenta de cuándo la agarró. 

—¿Harry? —llamó una voz detrás de su puerta.

—Somos nosotros, Harry —esta vez reconoció a George, y se dio cuenta de que la otra voz era de Fred. 

Volviendo a suspirar, con un movimiento de su varita desbloqueó la puerta, dándose cuenta de que eran realmente ellos cuando se permitieron dejar escapar un poco de su magia para que él pudiera sentir su firma. 

Evidentemente ellos se dieron cuenta del alivio que le recorrió el cuerpo gracias a las gemas en sus pulseras, porque incluso antes de darle el permiso (que no podía decir en voz alta, las palabras no le salían), ellos entraron lentamente, y seguramente, ni siquiera en la oscuridad, se les escapó que tenía su varita en la mano. 

Harry solo dejó su varita en la mesa de noche, confiando lo suficiente en los gemelos como para darles la espalda, antes de volver a acostarse en su cama, cubriendo de nuevo sus ojos. 

George fue el primero en llegar con él a la cama, y cuando Fred cerró la puerta (sin seguro), se acercó a él, sentándose en el lado contrario a donde él y su hermano ya estaban los dos recostados. 

Harry se giró hacia Fred, quien le mostró un pequeño vial, a lo que él primero negó, pero no expresó ninguna respuesta verbal, a lo que Fred insistió:

—No es una poción para dormir, es una infusión natural, lo prometo —dijo con voz suave—. Es para relajarte. 

Harry dudó; no se suponía que debía depender de ningún tipo de medicamento... Pero finalmente solo pudo aceptar, entendiendo que si los gemelos habían decidido ir hasta su casa junto con aquello, era porque debían estar realmente preocupados por él.

Tragó el líquido muy rápidamente, desconociendo el sabor, se dio cuenta de que no había ni rastro de cualquier tipo de poción, se sintió culpable por dudar de ellos... Y por esperar que en verdad haya algo mágico que lo ayudara a dormir. 

Fred se recostó también con él en cuanto colocó el cristal en la mesa, y de confirmarle a Zar que ellos lo vigilarían. Harry sonrió vagamente ante la amenaza del basilisco, que obviamente los gemelos no iban a entender, pero que de alguna forma, igual les llegaba el mensaje... más o menos. 

Quedó atrapado entre los cuerpos de Fred y George, y volvió a cerrar los ojos, apretando las manos de ambos gemelos con un poco de fuerza, al menos hasta que el sueño del que había estado siendo privado desde incluso antes del final de la guerra, comenzó a reclamarlo. Ni siquiera cuando ya estaba dormido soltó sus manos, aunque el agarre se hizo más suave, dependiente de la propia fuerza de los hermanos. 

Insecurity [Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora