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« Harry »
Una canción desconocida sonaba por los altavoces del coche, por el CD que Candy había puesto. Ella iba manejando, de vuelta a Londres, mientras que yo iba sentado como copiloto, sin poder quitar mi mirada de ella. Me encantaba cuando se concentraba, estuviera haciendo lo que hiciera: escribir, conducir... se veía demasiado adorable. Sonreí pensando en que tenía muchísima suerte de haberla conocido, incluso si había sido de una forma un tanto extraña, y que sería difícil de explicar a nuestros hijos cuando crecieran. "Oh sí, tu madre vino a mi casa con una carta de amor. Pero no era para mí, era para tu tía. Y yo ya pensé que Gemma era lesbiana, pero no. Era una carta de amor que yo había escrito, pero no para tu tía, sino para otra chica. Y entonces empecé a seguirla hasta que accedió a tener una cita conmigo." Raro.

— Deja de mirarme de ese modo, Harry – dijo Candy, interrumpiendo mis pensamientos.
— ¿Cómo te miro?
— ¡Como un acosador!
— ¡Siempre me dices lo mismo!
— ¡Es que siempre me miras así!
— ¡No puedo evitarlo! Es que eres tan bonita, muñeca... – dije, poniendo mi mano sobre su pierna.
— No Harry, no me desconcentres cuando conduzco. ¿O quieres que tengamos un accidente?
— Quiero que pares el coche y hagamos el amor en los asientos traseros.
— Oh por favor – bufó, rodando los ojos –. En serio, ¿qué problema tienes? ¿No puedes pensar en otra cosa?
— ¿Teniéndote a mi lado? Imposible.
— Odio cuando te pones así de guarro.
— ¿Te gusta más el Harry sentimental y cursi?
— Sí.
— ¿Quién lo iba a decir? – me burlé.
— Calla.
— Me encantas, muñeca – reí, apartando mi mano de su pierna.
— Te odio, puto.

Yo solo reí de nuevo, subiendo el volumen a la música. Era un tipo de música que no solía escuchar. Pero me gustaba. Me gustaba todo lo que tuviera que ver con Candy, en realidad. Ella y todo lo que le envolvía creaban en mí un aura de felicidad tan enorme que no podía entender qué me pasaba con ella. No es como si estuviera enamorado, no me había dado tiempo a enamorarme en tan poco tiempo. Pero de verdad la quería. De verdad estaba loco por esa chica.

— Ya estamos llegando a tu casa – dijo, girando una calle a la derecha.
— No quiero tener que separarme de ti – me quejé, con un gemido.
— Oh venga – rodó los ojos –. No seas dramático, Styles.
— ¿Cuál es tu apellido? No me lo has dicho nunca.
— Odio mi apellido, Harry.
— ¡Dímelo! – reí.
— Que no, pesado.
— Pues lo miro yo... – dije, agarrando su bolso, con la intención de buscar en él su ID.
— ¡Harry! – se quejó, tratando de evitarlo.
— ¡Vamos a tener un accidente, no te distraigas! – reí, apartando su mano.
— ¡Basta!
— ¡No! 

Agarré la cartera de Candy y saqué su monedero y busqué en él por su ID. Cuando lo encontré ella bufó, golpeando mi brazo, mientras yo reía. Leí su nombre completo “Candice Lynn Lovelace”. Yo no pude evitar reír “Dulce lazo de amor”, cuando ella demostraba ser todo lo contrario.

— ¡Harry!
— ¿Sí, señorita Lovelace?
— Te odio.
— ¡Pero si tu nombre es puro amor!
— ¡Te odio más!
— ¡Candy! – carcajeé.
— Tengo un nombre horrible, odio que la gente lo sepa.
— A mí me parece que es precioso, como todo en ti.
— Oh venga, cállate – bufó, rodando los ojos.
— En serio. Es justo lo que quiero formar contigo.
— Harry... – murmuró sonrojada.
— Preciosa.
— Basta ya – bufó, deteniendo su coche justo en frente de mi casa –. Ya hemos llegado.
— ¿En serio es necesario?
— Sí.
— ¿Me ayudas a bajar las cosas del maletero?
— Claro.

Ambos bajamos del coche y yo abrí el maletero, bajando mi maleta de él. Ella cogió otra bolsa mía y también la bajó, dejándola sobre la maleta. Entonces alargó la mano para cerrar el maletero, pero no llegaba, yo reí y la miré, esperando a ver qué hacía para arreglar eso.

— ¿No vas a ayudarme?
— Estoy seguro de que no necesitas ayuda – sonreí lateralmente.
— Eres un cabrón – sentenció antes de saltar hasta alcanzar la puerta del maletero y poder cerrarla –. En serio, cada segundo que pasa, peor me caes.
— Cada segundo que pasa, más me gustas.
— Cierra ya la boca, Harry.
— Ciérramela tú.
— Vale. 

Portobello Road « London in love 1 »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora