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« Candice »
Al despertarme me despertó el hecho de que estaba completamente vestida, a excepción de mis botas. Siendo como era Harry, me podría haber esperado totalmente que hubiera aprovechado esa ocasión para verme desnuda, o en ropa interior. Pero no lo había hecho. Parecía realmente estar intentando gustarme. La noche anterior había sido genial. Realmente, siendo sincera conmigo misma, jamás pensé que una "cita" –no era una cita– con Harry, hubiera podido salir así de bien. Nunca creí que le pudiera gustar el mismo tipo de cine que a mí, o que pudiera ir a un restaurante vegetariano sin quejarse de no poder comerse un buen filete. Pero se había comportado muy bien. 

Al levantarme, me quité la ropa con la que había ido a la cita, para ponerme unos leggins negros, que me abrigaran las piernas, y encima me puse la camiseta de Harry. Era horriblemente cómoda de lo ancha que me quedaba, así que no había nada mejor que eso para ir por casa en un día de frío como aquel. Fui a la cocina y puse la cafetera mientras bostezaba y estiraba mis brazos para desperezarme. Mientras estaba ahí, oí como picaban a la puerta. Sonreí levemente, imaginando que ese sería Harry.

Caminé hacia la puerta principal y abrí la puerta. Ahí estaba Harry, con el ceño fruncido y los brazos cruzados. Cosa que no entendí hasta que vi salir, por detrás suyo, a una cabeza rubia. Era su amigo, aquel que había ido a mi casa para "comprobar si era real". Arqueé una ceja, sin entender qué pasaba.

— Hey... – murmuré algo confusa – ¿Qué haces aquí?
— ¿Yo? – preguntó Harry con ironía.
— Vale, ¿qué hace él aquí?
— ¿Ves? Te dije que no te querría aquí, lárgate – le bufó a su amigo.
— Vaya par de antipáticos – gruñó el rubio –. Estáis hechos el uno para el otro – dijo, poniendo los ojos en blanco, antes de darse media vuelta e irse hacia casa de Harry.
— Lo siento, es que es un pesado... – se excusó, entrando como si de su casa se tratara.
— Está bien, no importa.
— ¿Sabes cuánto amo verte con mi camiseta, Candy? – sonrió, dejándose caer sobre el sofá.
— Es tan cómoda que la llevaría siempre... – sonreí yo, sentándome a su lado – Gracias por la cita de anoche, Harry... me lo pasé muy bien – afirmé, besando su mejilla. No había podido agradecerle la noche anterior porque me había quedado dormida.
— ¿Ves? Reconoces que fue una cita – dijo en tono coqueto.
— Una cita de amigos – aclaré.
— Amigos por ahora... – sonrió, subiendo los pies, ya descalzos, sobre la mesa.
— Estoy preparando café, ¿quieres un poco?
— Chica, ¿cómo no te mueres de hipertensión? ¡Te pasas la vida bebiendo café!
— ¿Qué pasa? Está muy bueno.
— No más que yo – bromeó, guiñándome el ojo.
— Harry... – reí, negando con la cabeza – ¿Quieres café o no?
— Sí, con leche.
— Lo sé, marica – me burlé, caminando a la cocina.

Cuando llegué a la cocina, apagué la vitrocerámica, ya que el café ya estaba listo. Vertí éste en dos tazas, dejando una por la mitad y la otra llena. Luego me acerqué a la nevera para coger una botella de leche y echar media taza en la de Harry, y una gota en el mío. Luego cogí ambas tazas y fui hacia el salón. Me senté al lado de Harry y le di su taza.

— Gracias, muñeca.
— No es nada... – dije, mientras me cubría con la manta.
— ¿Cuándo vuelves a Londres?
— El domingo.
— ¿A qué día estamos? – preguntó después de un silencio.
— A jueves, Harry – reí.
— Mis amigos y yo teníamos pensado volver mañana... pero si quieres puedo quedarme contigo hasta el domingo – sugirió distraídamente.
— Creo que podré aguantar un fin de semana sin ti – bromeé.
— ¿Estás segura de ello, muñeca? – sonrió, antes de dar un trago a su café.
— Sí, estoy bastante segura.
— ¡Venga, solo pídeme que me quede y lo haré!
— ¡Pero si eres tú el que quiere quedarse, Harry!
— Vale, ya que insistes tanto, me quedaré hasta el domingo. Si es que no puedes vivir sin mí.
— Estás loco, Styles.
— ¿Sabes? Tengo tantas ganas de abrazarte, de besarte, de acariciarte... – susurró, mordiéndose el labio, pero sin acercarse.
— Harry, no...
— Sí, lo sé. No voy a hacerlo. No todavía – sonrió, dando otro trago a su café –. Sé que no estás lista. Pero cuando lo estés... oh, muñeca. No dejaré de besarte ni un solo momento.

Portobello Road « London in love 1 »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora