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« Candice »
Llevaba ya tanto rato firmando libros, que me dolía la muñeca. Estaba realmente cansada, y Harry ya me había ido a buscar, a parte del café que me había traído nada más empezar; una bebida de lima de Starbucks, además de un par de muffins para que comiera algo, preocupado por todo el rato que llevaba sin hacerlo. Yo estaba encantada por ello. Me encantaba lo mucho que Harry cuidaba de mí, y lo atento que era. Realmente, era un amor.

— Ya han entrado las últimas personas, Candy – dijo June, acercándose a mí y poniéndome una mano sobre el hombro –. Aún quedaban algunas fuera, pero no podemos alargarla más, estás agotada, necesitas descansar. Ya tendrán otra ocasión de ir a otra firma, ¿está bien? – dijo, ya que la firma se había alargado dos horas. Eran las cuatro de la tarde, pero yo no había querido terminar en la hora acordada porque todavía quedaba mucha gente fuera.

— Vale, está bien – acepté, porque estaba realmente agotada. No tanto físicamente, pero sí mentalmente, ya que llevaba muchas horas allí sentada, conociendo y hablando con gente, y aquello era realmente estresante para mí.

June se retiró, dejando pasar a la siguiente persona para que le firmara. Era una pequeña chica rubia. La saludé y pregunté por su nombre, firmando la primera hoja del libro, bajo a la dedicatoria hacia Harry, la cuál había releído miles de veces aquel día, y cuanto más la leía, más segura estaba de lo acertada que era. Harry era mi otra mitad. Alcé la mirada para devolverle a la chica su libro y escuché a Harry llamándome, así que me giré hacia donde él estaba sentado y le sonreí.

— ¿Estás bien, muñeca? Tienes cara de estar agotada.

— Estoy bien – sonreí, agarrando su mano y acariciándola suavemente –. Además, June me ha dicho que ya han entrado los últimos, así que no falta mucho para que termine – Harry me sonrió a la vez que escuchaba que alguien me colocaba un libro en frente –. Hey, ¿cuál es tu nombre? – pregunté, aún sin apartar mi mirada de Harry.

— Creo que ya lo sabes – escuché que una fría, masculina y conocida voz decía.

Cuando alcé mi vista hacia aquella persona que se erguía frente a mí, allí, mirándome, tan de cerca; sentí náuseas. Mis manos empezaron a temblar, y me sentí paralizada por un momento. Pero luego me puse de pie tan bruscamente que mi silla se cayó hacia atrás, haciendo que el gran cartel con la portada del libro también cayera. Escuché como Harry también se levantó, diciendo mi nombre, y acercándose a mí.

— Muñeca, ¿estás bien? ¿Quién es?

— E-es él... – tartamudeé, viendo como una enorme sonrisa en el rostro de Jake.

— ¿Él? – preguntó Harry confuso. Antes de poder decirle nada más, sentí como me caía hacia atrás, mareada por todos los sentimientos que estaban aflorando en mí – ¡Candy! – exclamó al sujetarme.

Sentí mi mente nublada, al igual que mi vista; todavía sujetada por los brazos de Harry. No podía ni hablar, ni siquiera podía balbucear algo. Harry me miró con mala cara y luego alzó su vista hacia Jake. Pude oír como éste le estaba diciendo algo a Harry, pero ni siquiera podía entender qué estaba pasando. Harry me cargó en brazos y empezó a caminar, alejándose de ahí, hasta llevarme a la parte de atrás de la librería, y dejarme encima de una mesa.

— Muñeca... – susurró, acariciando mi mejilla – ya estás lejos de él. No va a volver a hacerte nada, ¿está bien? – Harry siguió acariciándome y yo poco a poco fui recobrando la consciencia – ¿Ya estás mejor, mi amor – preguntó, agarrando mis mejillas para acercarse a besarme.

— ¡No! – exclamé, poniendo mis manos en sus hombros y empujándome para alejarle de mí.

— Candy, ¿qué pasa? – intentó volver a acercarse a mí y agarrar mis manos, pero volví a empujarle.

Portobello Road « London in love 1 »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora