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« Harry »
Mi plan de pasar una noche perfecta con Candy, se vio completamente arruinado por la aparición de Max, la hermana de mi chica. Simplemente no podía creerme que fuera tan gafe como para que aquello pasara una vez Candy había querido hacerlo conmigo. ¡Habíamos estado tan cerca! Simplemente el destino no quería que viera a Candy desnuda, o alguna cosa por el estilo, porque sino no entendía por qué tenía tan mala suerte.

- ¿No es muy tarde? - dijo Max, mirando hacia mí.

- Sí, un poco... ¿por?

- ¿No deberías irte a tu casa?

- No, esta noche iba a quedarme con Candy... ¿es eso un problema? - pregunté extrañado.

- No, no... claro que no, Harry - susurró la pelirroja.

- ¡Sí es un problema! Solo hay una habitación en el apartamento - resaltó Max.

- ¿Y te importaría mucho dormir en el sofá? Es suficientemente grande... y cómodo. Muchas noches me he quedado dormida ahí y he dormido de maravilla - le pidió Candy a su hermana.

- ¡Oh por dios! - exclamó ella a voz de grito, indignada - ¡Una que viene aquí a visitar a su hermana con todo el amor del mundo, y ésta la manda a dormir al sofá! ¡Como si fuera una vulgar mascota! - chilló - ¡Claro, ahora que tienes novio, es más importante él que yo!

- Ya dormiré yo en el sofá... - me ofrecí, dando un suspiro.

- Así me gusta - dijo Max, cambiando su cara de golpe, para sonreírme de una forma demasiado... psicópata -. Yo me iré a acostar ya, tengo mucho sueño.

- Está bien... ve tú. Luego iré... - dijo Candy.

- Pero no vengas muy tarde. Y no hagas mucho ruido, que me despertarás.

- Iré con cuidado. Ahora vete, Max - gruñó la pelirroja.

Por fin, la chica de pelo negro se fue hacia la habitación, dejándonos a Candy y a mí solos. Yo sonreí al ver su cara de enfado. Era adorable porque tenía una cara de bebita que no le pegaba estar frunciendo el ceño. Así que me acerqué a ella y besé la punta de su nariz, haciendo que sonriera levemente.

- Lo siento mucho, Harry... No sabía que iba a venir y...

- Hey, no te disculpes, ¿sí? - sonreí, pasando mi brazo por encima de sus hombros - Tendré que ir conociendo a mi familia política.

- Mi hermana es una pesadilla... - suspiró - pero la quiero mucho.

- Se nota - reí -. ¿Vamos al sofá a darnos unos mimitos antes de que Max te chille que te vayas a dormir porque es muy tarde?

- Vaya, unos solos minutos con ella y ya has captado cómo es... - rió levemente, poniéndose de pie.

Reí levemente y me levanté yo también. Abracé su cintura desde atrás mientras caminábamos al salón. Una vez ahí, me senté en el sofá e hice que ella se sentara sobre mis piernas, de lado a mí. Puse un brazo en su cintura para sujetarla y el otro lo usé para subir mi mano hasta su mejilla y acariciarla muy suavemente. Candy sonrió y cerró los ojos para disfrutar del contacto de su piel con mi mano.

- Podría verte durante toda mi vida y jamás cansarme de la preciosa vista - susurré.

Candy se sonrojó, bajando la mirada. Yo sonreí y tomé su mentón para llevarla hacia mis labios y poder besarla. Lo hice de forma muy suave, y muy poco a poco. No quería acelerarme y luego tener que volver a detenerme. Ella puso sus manos sobre mis mejillas y se movió hasta quedar a horcajadas sobre mí. Oh oh. Puse mis dos brazos alrededor de su cintura, apretando algo mis dedos en ella, para resistir la tentación de bajar las manos un poco; cosa que se hizo todavía más difícil al sentir como ella misma reseguía mi labio inferior con su lengua, así que jadeé y bajé mis manos hasta su culo a la vez que empujaba su lengua para unirla con la mía. Suspiré al notar como mi amigo ahí abajo se despertaba y empezaba a palpitar contra la tela de mi ropa interior.

Portobello Road « London in love 1 »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora