« Harry »
Besar a Candy de aquella manera, me estaba volviendo loco. Había prometido no pasarme. No hacer nada más que besarla. Pero me lo estaba poniendo muy difícil, ya que seguía mi beso con la misma intensidad con la que yo le besaba. Dando gemidos muy flojos cuando sentía mi lengua o algún mordisco suave en su labio.— Dios mío, muñeca... – susurré, aún besándola – como te haría disfrutar si te dejaras...
— N-no... Harry... – murmuró, separándose de mí – Para ya.
— Pero Candy... solo estoy besándote.
— Para, por favor, Harry – rogó, poniendo sus manos en mis hombros para empujarme levemente.
— Está bien, tranquila... – afirmé, saliendo de encima suyo – No te pongas nerviosa, ¿sí? Ya te he dicho que si querías que parara, pararía. No voy a ir más rápido de lo que tú quieras ir, muñeca.
— Gracias, Harry... – susurró mientras se incorporaba.
— No me agradezcas, cariño – sonreí, besando su mejilla –. Oye, ¿tienes internet?
— Sí, claro... ¿Por?
— ¿Vemos una peli?
— ¿En el ordenador?
— En mi casa tengo el euroconector para conectarlo a la tele – sugerí.
— Mientras no me hagas ver una peli de MTV, me parece bien.
— Trato hecho – reí, poniéndome de pie –. Voy a por el cable, tú busca una peli buena, ¿sí?
— Claro.Me puse mi abrigo y mis zapatos para ir hacia mi cabaña, que ya estaba completamente vacía. Fui hacia el salón y abrí un cajón bajo la televisión, que estaba lleno de cables, y busqué el que necesitaba para meterlo en el bolsillo de mi abrigo e ir hacia la cocina para coger un par de bolsas de palomitas que habían sobrado y, entonces, ir rápidamente hacia casa de Candy de nuevo. Entré y dejé el abrigo en la entrada, para luego caminar al salón.
— He traído palomitas – dije, alzando las bolsas para que las viera.
— Hm, suena bien – sonrió –. He elegido Una noche en la ópera, ¿te parece?
— ¿Los hermanos Marx? Me encantan.
— Genial – dijo, apartando la manta –. ¿Vienes?
— Voy a hacer las palomitas y ya vuelvo.
— Vale.Fui hacia la cocina para poner las dos bolsas de palomitas en el microondas durante tres minutos y, mientras se hacían, fui al salón para enchufar el ordenador al televisor y dejarlo ya todo preparado para solo darle al play cuando regresara con las palomitas. Cuando estaba de vuelta a la cocina, oí como el microondas sonaba, así que al llegar, saqué las dos bolsas y eché todas las palomitas, ya hechas, en un gran bol, rociándolas con sal después y cogiendo una botella de agua y dos vasos para cuando la sal nos secara la boca, ya que eso pasaría.
— Dios, ¿cómo puede ser que huela tan bien? – dijo cuando entré en el salón, mientras apagaba la luz.
— Deberían hacer perfumes con olor a palomita – dije yo, sentándome al lado de Candy y tapándome con la gruesa manta –. Seguro que venderían un montón.
— Sería asqueroso, Harry.
— Eres muy poco innovadora – dije yo, riendo, y dándole al play.Ambos guardamos silencio para escuchar la película, mientras íbamos comiendo del gran bol de palomitas que había preparado, pero pese a ser tan grande, llegó solo a la mitad de la película, así que estiré el brazo para dejar dicho bol sobre la mesa. Miré hacia Candy, que estaba riendo porque estábamos justo en la famosa escena del contrato. La observé detalladamente, ya que su rostro se iluminaba cuando reía. Y podía jurar que era aún más hermosa riendo. Me acerqué levemente y besé su mejilla, haciendo que ella se encogiera levemente y escondiera sus mejillas sonrojadas.
— Estás tan preciosa cuando te ríes, muñeca – susurré, rozando mi nariz en su mejilla.
— Harry, déjame ver la película, por dios.
— Vale, vale – reí levemente, separándome un poco de ella.Volví mi vista hacia la pantalla de nuevo y, poco después, apenas unos minutos, noté su cabeza recostándose en mi hombro, por lo que sonreí, pasando mi brazo por encima de sus hombros y acercándola más a mí. Candy, sorprendiéndome, abrazó mi torso, quedándose tal y como estaba para seguir viendo la película, pero yo ya no pude prestar la más mínima atención a la pantalla, ya que mi yo interior estaba bailando e, incluso, encendiendo fuegos artificiales.
— Me encanta esta película – dijo ella, cuando ya había acabado.
— A mí me encantas tú.
— Harry, para con eso, en serio.
— ¡Es la verdad!
— Eres tonto – negó con la cabeza.
— Ven aquí, muñeca – susurré, haciendo que se sentara sobre mis piernas, de cara a mí.
— Hey, descarado.
— Es que me encantas... me encantas como no puedes ni imaginarte... – murmuré, acariciando sus piernas.
— Harry...
— Shh...
— Tú a mí no me mandas callar, puto.
— Vale, no te mando callar, pero te callo con un beso – sonreí.Candy arqueó una ceja y yo, simplemente, me acerqué a ella, empezando a besarla suavemente. Ella rió un poco, negando con la cabeza, pero no tardó demasiado en seguir mi beso. Puse mis brazos alrededor de su cintura para pegarla a mí y ella, con delicadeza, agarró mis mejillas, sonriendo sin romper el beso.
— Sabía que te gustaba... – susurré en sus labios.
— Eres idiota... – rió levemente.
— Solo has necesitado una semana para darte cuenta de ello.
— Es que dios... eres tan perfecto. ¿Cómo puede ser que estés soltero? – preguntó, rompiendo el beso – Ahora es cuando me dices que estás casado y con hijos.
— ¿Y yo soy el idiota? – carcajeé por su comentario – Nunca he buscado nada serio. Nunca hasta ahora. Por eso estoy soltero.No contestó nada, solo sonrió levemente y agachó la mirada. Yo agarré su mentón delicadamente e hice que me mirara, para acercarme a dejar un beso justo en la comisura de sus labios, sin llegar a ser propiamente en sus labios.
— Tiene que haber algo malo en ti. A parte de que seas tan acosador.
— Me ha servido, el acosarte – me encogí de hombros.
— Como sea, pero en serio. Dime, ¿cuál es tu parte mala? ¿Roncas cuando duermes?
— Me colé en tu cama una noche, ¿recuerdas? ¿Ronqué?
— No.
— Pues no, no ronco cuando duermo.
— Hm... ¿Te huelen los pies?
— Siempre que estoy aquí, voy descalzo – dije, señalando hacia mis pies, donde solo llevaba calcetines –. ¿Huele?
— No – bufó –. ¡Tiene que haber algo!
— ¡No sé, Candy! – reí.
— ¿No te lavas las manos después de ir al baño? – dijo, haciendo una mueca.
— ¡Que asco! ¡Claro que me las lavo! – exclamé.
— ¿Eres alérgico a los gatos?
— Son mis animales favoritos. Tengo uno en casa. Una – concreté.
— ¿Eres mentiroso compulsivo?
— No, para nada. Cuando miento me sudan las manos y me entra un tic en el ojo derecho. Soy pésimo mintiendo, así que no miento nunca.
— Joder, Harry... – suspiró – ¿Eres zoolófico?
— Amo a los animales, pero con un límite lógico.
— ¿Fumas?
— Nunca, me gustan mis pulmones.
— ¡Harry! – se quejó, golpeando mi hombro.
— ¿Qué pasa? ¿Tengo que fumar?
— ¡No! ¡Tienes que no ser perfecto porque se me hace muy difícil rechazarte si eres así!
— Pues no me rechaces... – susurré con una sonrisa, acercándome a ella, pero Candy arqueó su espalda hacia atrás.
— No. Ya vale – frunció el ceño y se movió para salir de encima mío.
— ¿Qué pasa ahora? – pregunté confuso.
— Que no vas a hacer lo que quieras conmigo porque tengas una sonrisa adorable y unos ojos preciosos, Harry.
— ¿Tú hablando de belleza? Que irónico. Porque creo que toda la belleza del mundo está concentrada en ti.
— ¡Harry!
— No puedo evitarlo, Candy – me quejé, abrazándola de nuevo –. Es que eres tan guapa.Candy negó con la cabeza, poniendo sus manos sobre mis hombros y empujando levemente para intentar separarme, sin conseguirlo ya que yo tenía bastante más fuerza que ella. Reí cuando empezó a golpearme, sin ser demasiado fuerte, para que me separara, así que me alejé un poco de ella.
— Ya está, ya te suelto, fiera.
— Bien. Gracias – dijo, seria.
— ¿Qué te pasa ahora, Candy?
— Que no quiero enamorarme de ti, Harry.
— ¿Lo estás haciendo?
— ¿Quién no se enamoraría del hombre perfecto? – susurró, bajando la mirada al suelo.________________________________
hola muñecassssss
hoy voy a subir rápido que estoy enferma y me siento súper mal y y y y y quiero acostarme y retorcerme en la cama de dolor :'( ay¿Qué pensáis de la confesión de Candy? fdakdsafjasg ay ay ay ay aquí hay tema. Y y y y Harry es tan perfecto god así no se vive. nO SE VIVE.
→ capítulo dedicado a sillystyles
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Portobello Road « London in love 1 »
Fanfiction❝A ella le encantaba pasear por Portobello Road, y a mí me encantaba ella.❞