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« Candice »

"El beso no ha demostrado nada, ¿eh? La apuesta sigue en pie hasta que me presentes a la pelirroja como tu chica. O te apresuras o tendrás que darme £100. Buena suerte con el soldadito esta noche, capitán !!"

Leí y releí el mensaje que "Pablito" le había enviado. Por mucho que intentara ver que lo que decía en él, no era tan malo... lo era. Todo era malo. ¿Apuesta? ¿Se había apostado, en serio, que sería su novia? ¿Los chicos en realidad hacían eso? Pensaba que eso solo ocurría en los malos clichés de libros adolescentes. Pensaba que Harry tenía suficiente madurez mental para actuar como un adulto, no como un niño. Pero al parecer me equivocaba. Yo siempre me equivocaba. Yo siempre elegía mal.

Además, por lo que parecía y, conociendo a Harry, le había dicho a su amigo que iba a tener sexo conmigo aquella noche, ¿y quién me aseguraba que no le había dicho lo mismo antes, aunque fuera mentira? De una forma u otra sabía que lo de Harry no iba a acabar bien.

Suspiré, alargando mi mano para dejar el móvil de Harry sobre la mesita de noche y luego le miré. Estaba completamente dormido y ni imaginaba que yo ya sabía que todo era una jodida mentira para ganar cien malditas libras. Apagué la luz y me estiré lentamente a su lado, cubriéndome con la manta y, asegurádome a mí misma, que aquella sería la última noche que pasaría con Harry.

Por la mañana, al despertar, Harry seguía dormido. Yo aparté un poco la sábana para poder verle. Tenía cara de bebé, cuando dormía. Suspiré lentamente, mientras acariciaba su mejilla, sin querer aceptar que todo lo que había dicho, y todo lo que había hecho, no eran más que mentiras una detrás de la otra. Aparté la mirada de él, porque sentía que podría echarme a llorar si le miraba más rato, y me puse de pie para ir a la cocina y preparar algo de desayunar. Cuando lo terminé todo, lo puse en una bandeja y caminé a la habitación, sentándome en el colchón, haciendo que Harry se moviera levemente y empezara a abrir los ojos.

- Buenos días... - murmuré, tratando de forzar una sonrisa.

- Buenos días, muñeca - sonrió él, volviendo a cerrar los ojos pero manteniendo su sonrisa -. Que manera más bonita de empezar el año...

- Sí... ¿Tienes hambre? He traído desayuno.

- Hm, sí... Gracias, bonita - levemente se incorporó, dándome un beso en la frente y cogiendo un vaso de zumo -. Gracias por dejar que me quedara anoche, estaba muy mal como para dejar que mi madre me viera.

- No es nada, Harry.

- Eres tan buena... Como un angelito mandado del cielo para mí - sonrió, acercándose a darme un piquito. Yo traté de sonreír de nuevo. Dolía.

- No es para tanto - murmuré -. Ahora creo que tendrías que irte, Harry. Tengo muchas cosas que hacer hoy, con la editorial del libro.

- ¿En serio? ¿Trabajando el primer día del año? Es para descansar.

- En serio tengo que hacerlo, Harry.

- Está bien... - se quejó, dando un bostezo - ¿Puedes llevarme a casa? Esperar a que hoy pase un bus puede llevarme la vida.

- Tengo que ir a la editorial...

- Pero...

- ¿Por qué no llamas a tu madre? O a un amigo...

- Llamaré a Pablito. ¿Me dejas tu móvil? El mío está sin batería.

- Claro, ten - asentí, tendiéndole mi teléfono.

- Gracias, muñeca.

Dejé que Harry llamara a su amigo mientras yo iba al baño para empezar a arreglarme. Cuando salí, ya peinada y algo maquillada, Harry seguía desayunando sobre la cama. Cuando me vio, sonrió y apartó la bandeja de su lado para que me sentara yo. Eso hice, intentando que no supiera cómo me sentía, aunque dentro de mí todo ardiera.

Portobello Road « London in love 1 »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora