①⑨

11.5K 856 141
                                    

« Candice »
Veinticinco de diciembre.

Navidad.

Y yo más sola que la una.

Decidí que, ya que mi familia había decidido demostrar lo repudiada que me tenía, dejándome sola el día de navidad, me quedaría en casa, comiendo pizza y editando el libro que había estado escribiendo la semana anterior en la cabaña, junto a Harry, antes de seguir escribiéndolo.

Por la mañana, me quedé hasta tarde en la cama. La verdad era que no tenía ganas de hacer nada. Estaba con mis ánimos bajo el suelo. Remoloneé, cogiendo mi portatil para pedir la pizza por internet porque ni siquiera me apetecía llamar y hablar con nadie. Suspiré, un rato después, cubriéndome entera con el edredón, cuando escuché que picaban al timbre. Primero me sorprendió que mi pizza llegara tan rápido, luego pensé que el día de navidad no debían tener demasiado trabajo, y me compadecí por el chico que le había tocado traerme la comida. 

Me levanté de la cama perezosamente, subiéndome los largos calcetines que llevaba, que se habían caído hasta mis tobillos, poniéndomelos de nuevo por encima de mis rodillas. Cuando abrí la puerta, vi que Harry estaba frente a ésta. Arqueé una ceja, pasando mi mano por mi despeinado cabello, dándome algo de vergüenza que él me viera así.

— ¿Acabas de despertarte, dormilona? – bromeó Harry, con sus manos tras la espalda.
— Uhm, no... – negué – solo... no importa. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has sabido dónde vivo?
— Lo vi ayer en tu ID – sonrió traviesamente –. ¿Por qué no te has vestido aún? Vas a llegar tarde a comer.
— V-voy bien de tiempo... – mentí. No quería que Harry supiera que en realidad, iba a estar sola, no quería que sintiera lástima por mí – Y aún no me has contestado mi pregunta. ¿Qué haces aquí?
— Quería traerte mi regalo de Navidad – sonrió, descubriendo el regalo que escondía tras su espalda.
— ¿Esto es en serio? No tenías que regalarme nada, Harry.
— Quería hacerlo – respondió, frunciendo el ceño –. Venga, invítame a entrar y ábrelo.
— Vale, vale.

Dejé que Harry entrara junto a mí a casa y fui hacia el salón. Yo apoyé el paquete en la mesa y empecé a sacarle el papel que lo envolvía. Cuando vi lo que había dentro, no podía apenas creerlo. Era una réplica del vesitdo de la protagonista de "La vita é bella". El famoso vestido rosa. Pero en corto. Era precioso.

— Dios mío Harry. Es... dios...
— Me alegro de que te guste, muñeca – sonrió, abrazándome, justo a la vez que sonaba el timbre –. Uy, ¿estás esperando a alguien? No quería molestar.
— No, no, Harry... – negué – Solo... espera aquí, un momento.

Él asintió con la cabeza y yo fui hacia la puerta, viendo como aquella vez sí era el repartidor de pizza. Le pagué y le murmuré un “Feliz navidad”, antes de ir rápido hacia la cocina para que Harry no supiera quién era el que estaba en la puerta, pero cuando salí de la cocina, le descubrí mirándome con los brazos cruzados.

— ¿Pizza?
— Sí... me gusta la pizza – me encogí de hombros.
— ¿Quién come pizza en navidad?
— ¿Yo...?
— ¿Y tu familia? 
— No han podido venir y... bueno... viven lejos.
— ¿Pensabas pasar la navidad sola?
— Pienso – le corregí.
— Ni lo sueñes. Vístete que te vienes conmigo.
— ¿Estás de broma?
— Tú si que tienes que estar de broma si de verdad crees que te voy a dejar quedarte tú sola, comiendo pizza, el día de navidad, Candy. 
— Pero... no... Vas a estar con tu familia y yo... no quiero molestar.
— No molestarás. 
— No creo que tu madre diga lo mismo – bufé, cruzándome de brazos.
— Vamos a preguntarle – se encogió de hombros, sacando su móvil.
— ¿¡Qué haces!? – grité, cuando vi que estaba marcando el número de su madre – ¡No estaba hablando en serio, Harry! N...
— Hola mamá – la saludó él, encendiendo el altavoz.
— Hola Harry, cariño – le saludó una mujer, dulcemente –. ¿Vas a tardar mucho? Ya están llegando todos.
— No mamá. Oye, ¿pasa algo si llevo a Candy conmigo? – preguntó como si nada, haciendo que le diera un golpe en el hombro – Ay... – murmuró, quejándose.
— Claro que no, cielo. Me encantaría conocerla – dijo su madre, sonando todavía más dulce. Ojalá mi madre fuera así –. Pero no tardéis, ¿vale?
— Claro, mamá. En seguida vamos. Te quiero.
— Y yo a ti, Harry – dijo, antes de colgar.
— ¿Lo ves? Mamá quiere conocerte.
— Eres tonto.
— ¿Vendrás conmigo, o no?
— Está bien... – murmuré.
— Ponte el vestido que te he regalado. Seguro que estarás preciosa... – sonrió, abrazando mi cintura – Pero no tardes, que mamá se pondrá nerviosa.

Portobello Road « London in love 1 »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora