« Candice »
Llovía. Me encantaba que lloviera. Todo se sentía mejor si estaba lloviendo. Era temprano, apenas las ocho y media de la mañana. Sabía que, probablemente, Harry no llegara hasta bastante más tarde, así que simplemente estaba sentada en el sofá, abrazando mis piernas, cubierta con una manta, justo al lado de la chimenea encendida y con una taza de café. La voz de Pixie Lott sonaba de fondo, con alguno de los covers melancólicos tan preciosos que había hecho. ¿Podía ser más perfecto aquel momento? Por un instante se me ocurrió mejorar aquel momento imaginando que Harry estaba ahí, a mi lado, con su brazo por encima de mis hombros y besando mi mejilla repetidamente. Pero luego pensé que, realmente, aquello sería estropear el momento, no mejorarlo.Miré la pantalla de mi móvil, en busca de un mensaje o una llamada de Harry, pero nuevamente me recordé que, probablemente, estaría durmiendo. Recordé con vergüenza la noche anterior. Sabía que, si era una fiesta, iba a ponerme nerviosa. Pero jamás imaginé que habría tanta gente, y no había podido evitar tener un ataque de pánico. Siempre que estaba rodeada de mucha gente –sobretodo en espacios cerrados–, me daban ataques de pánico. Tenía algo así como... ¿fobia social? No me gustaba decirlo pero, en cierto modo... era así. Por eso no soportaba a Harry y que quisiera estar tan cerca mío todo el jodido rato.
No había podido dormir demasiado, por lo que notaba mis párpados cerrándose cuando mi cabeza se apoyaba en el respaldo del sofá hasta que, no sé exactamente en qué momento, me quedé dormida. Un rato después –u horas después–, el sonido de alguien picando con fuerza a la puerta me despertó. Supuse que ese sería Harry. Miré a mi alrededor algo desconcertada, ya que no recordaba cuándo me había dormido. Me puse de pie, aún envuelta en la gruesa manta, y caminé hacia la puerta. Cuando abrí, vi a Harry con mala cara ahí de pie.
— Buenos días, princesa – susurró, sonriendo.
— Hey. No tienes buena cara, Harry – dije, dejando que entrara.
— Hoy sí que tengo resaca... – se quejó, poniendo su mano sobre la cabeza – ¿Te queda café? En mi casa ya lo han agotado todo, y realmente lo necesito si no quiero que me estalle la cabeza.
— Claro, sírvete.
— Gracias.Harry se acercó a besar mi frente para luego irse a la cocina. Yo regresé al sofá y me acurruqué sobre éste. Tenía muchísimo frío, así que no moverme de al lado de la chimenea, sonaba como una buena opción. Subí mis piernas sobre el sofá, tratando de mantener mi calor corporal lo máximo posible. Harry vino poco después con una taza en las manos. Se sentó a mi lado y se acurrucó bajo la manta, apoyando su cabeza en mi hombro.
— Harry...
— Por favor, me encuentro muy mal...
— ¿No puedes encontrarte mal sin tocarme?
— Candy... – se quejó.
— Por favor.
— Por favor tú.
— Harry... en serio.
— Está bien, está bien... – gruñó, apartándose un poco para beber de su café.Sabía que estaba portándome muy mal con Harry, pero no podía evitarlo. Él se había tomado la confianza de acercarse demasiado a mí, muy rápido. Yo necesitaba tomarme un largo tiempo para eso, sino terminaría teniendo ataques de pánico solo porque él me abrazara. Necesitaba tiempo y Harry no me daba ese tiempo, y mi única manera de responder era tratarle mal. No era algo que planeara, simplemente me salía solo.
— ¿No vas a escribir?
— Cuando me acabe el café – dije señalando mi taza de café, ya frío.
— Está bien.
— ¿Quieres irte, no? – susurré, apartando la mirada.
— Estoy empezando a ver que no tengo ni una sola oportunidad contigo, y ya me empiezo a cansar que no me dejes ni acercarme a ti.
— Harry, de verdad te necesito para escribir este libro.
— Pero cuando lo acabes me darás una patada en el culo y me echarás de tu vida, y para entonces yo ya estaré demasiado encariñado contigo y me dolerá mucho que lo hagas.
— ¿Estás diciendo que quieres que te de la patada ahora?
— Algo así.
— Harry...
— ¡No, Candy! ¡Te estoy tratando como una reina y no haces más que rechazarme, todo el tiempo! – dijo algo enfadado – ¡Encima hoy estoy con la puta resaca y estoy de muy mal humor y no puedes, ni siquiera, dejarme apoyar la cabeza en tu hombro! ¡Que no te estoy diciendo que me la chupes o estoy intentando metértela por atrás, Candy, solo quiero apoyar mi puta cabeza en tu puto hombro! – gruñó.
— Harry, lo siento.
— Sí, lo sientes mucho pero luego volverás a mandarme a la mierda.
— No, en serio, lo siento. No te he estado tratando como deberías... – murmuré.
— Oh, al menos lo reconoces – dijo con ironía.
— Estoy hablando en serio, Harry – supiré –. Perdón, lo siento mucho. Simplemente no puedo evitar ser así.
— Yo creo que sí que puedes. No cuesta nada ser agradable con las personas.
— ¡A mí sí!
— Eres especial, ¿no?
— Pues sí, algo así.
— Claro, lo que digas.
— No estoy bromeando, Harry.
— Tú nunca bromeas, Candy – rodó los ojos –. ¿Y por qué, según tú, "eres especial"? – dijo, haciendo comillas en el aire.
— No es algo que te interese.
— Si no me interesara, no preguntaría.
— Son cosas mías, Harry. No tengo por qué decírtelo.
— Pues si no me lo dices – exclamó, poniéndose de pie –, ya puedes ir buscándote a otro que te inspire. Porque yo me voy.
— ¡Harry! – me quejé, yendo tras él, que se estaba dirigiendo a la puerta.
— ¡Ni Harry ni mierda!
— Hey, cálmate, ¿eh? – me quejé, harta de que me contestara a gritos – Que yo no te he gritado en ningún momento.
— ¿Me lo vas a decir o no? – dijo, parándose frente a la puerta y mirando hacia mí, yo bajé la mirada – Parece que no... – susurró, asintiendo con la cabeza – Pues un placer haberte conocido, Candy.
— No Harry, espera – susurré, deteniéndole con mi voz –. Tengo fobia social.
— ¿Qué? – preguntó confundido, arqueando una ceja a la vez que cerraba la puerta – ¿Qué es eso? ¿Te da miedo la gente?
— Algo así, supongo – me encogí de hombros y suspiré –. ¿Podemos volver al salón? Tengo mucho frío aquí. Ahí te explico lo que quieras.
— Está bien – aceptó, con voz más suave.
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Portobello Road « London in love 1 »
Fanfiction❝A ella le encantaba pasear por Portobello Road, y a mí me encantaba ella.❞