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« Harry »
Cuando abrí los ojos, poco a poco y dando un largo bostezo, vi que Candy seguía dormida. Estaba estirada de lado, frente a mí. Sus pequeñas manos estaban colocadas bajo su tranquilo rostro. Sonreí levemente, pensando en que despertar de aquel modo cada día sería una bendición, y pasé mi brazo alrededor de su cintura, dejando un pequeño beso en la punta de su nariz. Pero ella frunció el ceño, aún sin abrir los ojos, y me apartó.

- Hey... - me quejé, en un susurro por si seguía durmiendo.

- Sigo enfadada - murmuró ella, dándose la vuelta y quedando de espaldas a mí.

- No estés enfadada, muñeca... anoche me puse algo nervioso, sabes que yo no soy así... - susurré, abrazando su cintura de nuevo y apoyando mi cabeza contra su espalda - Sabes que yo soy un amorcito. Lo siento mucho por comportarme de ese modo anoche.

- No te tienes que disculpar conmigo, te tienes que disculpar con Niall.

- Está bien, me disculparé con Niall... - asentí, dando un besito a su hombro - pero no estés tan fría conmigo. Me recuerda al principio y no me gusta. Me gusta cuando eres cariñosa.

- Hasta que no te oiga pedirle perdón, no seré cariñosa.

- Entonces voy ahora mismo - afirmé, levantándome de la cama.

Candy abrió los ojos levemente y me miró. Yo sonreí de oreja a oreja y caminé hacia el salón. Ella también se levantó para seguirme deteniéndose en la puerta de la estancia, mientras yo sacudía a mi amigo para despertarle, ya que estaba roncando y dejando caer algo de baba sobre la almohada.

- Niall, despierta, pequeño puto.

- Déjame, Harry - bufó el rubio, apartándome de un manotazo en la cara.

- ¡Candy, me ha pegado, lo has visto! ¿Aún así tengo que disculparme? Ya no se lo merece.

- Claro que tienes que disculparte, tonto. Venga.

- Vale... - acepté, frunciendo el ceño.

- Niall... - vi como mi amigo abría lentamente los ojos y sonreía de forma burlona - siento haberte hablado de ese modo anoche.

- Agáchate... - dijo serio. Yo, algo extrañado, me agaché hasta quedar de rodillas a su lado - Yo, Niall Horan, tu mejor amigo, te perdono - dijo solemne, poniendo su mano sobre mi frente, como si de un rey medieval se tratase.

- Eres idiota - negué, apartando su mano, y poniéndome de pie para mirar a Candy -. ¿Ya me perdonas, muñeca? - pregunté con un puchero.

- Está bien, pero tengo hambre... ¿harías el desayuno, amor? - preguntó ella.

- ¡Eres una aprovechada! ¿Solo me quieres en tu casa para cocinar?

- Algo así... - dijo en tono de broma - Que no, voy contigo y lo preparamos juntos, ¿sí? - sugirió, con una sonrisa.

- Entonces vale... - acepté.

- Yo voy a irme ya... - dijo Niall, levantándose del sofá - Muchas gracias por dejar que me quedase, Candy - le dijo a mi chica.

- No es nada - sonrió ella, viéndose tan bonita que solo quería ir a abrazarla.

Niall cogió su abrigo y se acercó a despedirse de Candy, dándole un abrazo; haciendo que mi interior hirviera de celos. Les miré con el ceño fruncido hasta que mi amigo decidió soltar a mi chica y se acercó a mí para chocar mi mano en forma de despedida, yéndose por fin de casa.

Candy empezó a caminar hacia la cocina, yo la seguí y al alcanzarla, abracé su cintura desde atrás. Ella rió levemente y puso sus pequeñas manos sobre las mías, acariciándolas suavemente, con delicadeza.

Portobello Road « London in love 1 »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora