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« Candice »
Hacía mucho rato que Harry no decía ni una sola palabra, por lo que supuse que se había quedado dormido, por fin. Me levanté de la silla y caminé hacia la habitación, apoyándome en el marco de la puerta, viendo a Harry durmiendo en la cama. Sonreí levemente, de forma inconsciente. Creo que de aquella manera era la única en la que Harry podría llegar a caerme bien. Me acerqué un poco a la cama, para poder verle mejor la cara. De pronto, un impulso me mandó de vuelta al salón a coger mi portátil. Lo cargué hasta la habitación para sentarme al lado de Harry, que ni siquiera se inmutó, y me puse a escribir. ¿Es que Harry era algo como… mi muso? Estando junto a él, mirándole, mis dedos se movían solos sobre el teclado, escribiendo las palabras que aún ni siquiera habían llegado a mi cerebro, antes de darme tiempo a pensarlas, simplemente… escribía. Las palabras salían solas. 

Seguí escribiendo sin tener necesidad de parar para reflexionar sobre aquello que tecleaba, ya que tal como salía, me parecía perfecto. Un buen rato después, vi como Harry empezaba a despertar. Di al botón de guardar y cerré rápidamente el ordenador, poniéndome de pie. Iba a descubrir que había estado mirándole como si la acosadora fuera yo, no él. Mis mejillas se sonrojaron cual tomates solo al imaginar qué pensaría Harry de mí, cuando le vi abrir los ojos por completo y me miró, con una sonrisa medio dormido. 

— ¿Qué haces aquí, princesita mía? – preguntó con voz ronca.
— Venía a ver si te marchas de una maldita vez.
— ¿Y por qué tienes el ordenador aquí? ¿Y las mejillas sonrojadas? – sonrió de oreja a oreja, sentándose – ¿Me estabas mirando, acosadora? – murmuró coquetamente.
— El único acosador aquí, eres tú.
— No me malinterpretes, me encanta que me mires, puedes hacerlo siempre que quieras.
— Mira, Harry… ya me estás tocando mucho los ovarios. ¿Podrías irte de una maldita vez de mi casa? ¡Tienes la tuya a unos metros! ¿No puedes molestarme… no sé… por teléfono?
— No tengo tu número.
— Tengo una idea genial. Te doy mi número y me envías todos los mensajes que quieras, ¿vale?
— Me sirve – asintió con una sonrisa –. Así conseguiré que tengas una cita conmigo.
— Seguro que sí – dije con ironía, apuntando mi número sobre un papel –. Ten, y ahora vete.
— Adiós cariño – sonrió, poniéndose de pie –. Espero que esta noche te pongas el pijama que te he regalado. Te vendré a hacer una visita.
— No me lo voy a poner y que ni se te ocurra venir – advertí. 

Harry sonrió y besó mi frente antes de irse, de una vez, de mi casa. Sonreí, aliviada de estar por fin, sola. Volví a mi habitación, sentándome sobre la cama, con mi ordenador de nuevo para seguir escribiendo, pero estaba como... bloqueada. Suspiré, estirándome boca abajo para poner el ordenador delante mío y probar a escribir de aquella manera. Asipiré profundamente, sintiendo el olor de Harry. Me acurruqué sobre la almohada y volví a aspirar, dejando que aquel aroma entrara y se apoderara de todo mi cuerpo. Sonreí, sintiendo nuevamente las ganas de escribir, así que volví a empezar a teclear. 

Escuché mi teléfono vibrando, ya que estaba en silencio. Miré la pantalla, viendo varias llamadas de un número que no tenía guardado en la agenda. Ese sería Harry. Después de unas veinte llamadas ignoradas, empezó a enviarme mensajes sin parar. Pero era sencillo ignorarlo de aquel modo que teniéndolo en casa. Después de una media hora, escuché a alguien picando en la puerta. Di un gemido de queja y me levanté, yendo a la puerta. Harry, otra vez... 

— ¿Qué haces aquí?
— Estaba preocupado por si te había pasado algo... como no me contestabas al móvil.
— Estoy bien, Harry. Estaba ignorándote.
— ¿Ignorándome? ¿Y eso por qué?
— Porque eres muy pesado. Estoy intentando trabajar.
— ¿Trabajando? – arqueó una ceja.
— Sí, y necesito tranquilidad. ¿No tienes a tus amigos en casa? ¿Por qué no vas con ellos y seguís de fiesta sin subir demasiado el volumen de la música?
— Bueno... pero vengo a verte mañana – dijo, acercándose a besarme, pero yo me eché hacia atrás.
— Harry, no.
— Vale, perdón – sonrió, acariciando mi mejilla – Adiós, cielito mío. Descansa mucho esta noche. 

Portobello Road « London in love 1 »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora