⑤④

9.9K 625 89
                                    

« Harry »
Miré hacia Candy, que estaba mirándose a ella misma en el espejo mientras se arreglaba la ropa, intentando verse perfecta. Aunque obviamente ya lo hacía. Llevaba una falda totalmente negra, y una camisa blanca, con un pronunciado cuello que sobresalía por debajo de un suéter gris claro. Sus piernas estaban cubiertas con unas gruesas medias, también negras, y se había puesto unas botas militares del mismo color. Me encantaba el estilo que llevaba, se veía siempre tan adorable. Ese estilo era tan suyo.

Era el día en que iban a publicar su libro, y Candy estaba atacada de los nervios. Apenas había dormido nada aquella noche, por lo que se había maquillado algo el rostro, intentando tapar las ojeras que le habían salido, incluso si yo le había insistido que a pesar de las ojeras se veía preciosa. Ella solo quería estar perfecta. Incluso se había alisado sus traviesos rizos, haciéndola ver más seria y madura. Entonces se giró hacia mí, en busca de opinión.

- ¿Y bien?

- No soy objetivo, siempre te veo perfecta, muñeca - reí, encogiéndome de hombros -. Pero deja de estar tan nerviosa. Estás preciosa, y todo va a salir súper bien.

- No sé si estoy más nerviosa porque hoy se publique el libro, o porque mañana nos tengamos que ir a mi pueblo por la boda de mi hermana.

- Ambas cosas van a salir bien, ¿vale pequeñita? Cálmate - susurré, acercándome a ella y dándole un piquito -. ¿Nos vamos ya?

- Sí, mejor, que todavía llegaré tarde.

Reí levemente y agarré su mano, sintiendo lo temblorosa que ésta estaba, caminamos hacia donde yo había aparcado mi coche la noche anterior. Ya prácticamente estaba viviendo en casa de Candy, ya que la mayor parte de días los pasaba allí. Sin embargo no era nada oficial todavía.

Abrí la puerta del copiloto, para que Candy se subiera, y luego fui hacia el asiento del piloto, y empecé a conducir hacia Portobello. Después de un buen rato buscando aparcamiento, conseguí estacionar el coche y ambos bajamos. Entonces fui tras ella, en dirección a la editorial. Todavía era muy temprano por la mañana, así que las calles estaban prácticamente vacías.

Al llegar a una bonita casa victoriana. Los ladrillos estaban pintados de blanco, y los marcos de la puerta y de las ventanas de color azul. Candy subió los tres escalones que separaban la casa de la calle. Y yo fui tras ella, siguiéndola en silencio. Una vez dentro de la casa, fue hasta el segundo piso, donde una chica la atendió y la mandó directamente hacia una de las salas de allí dentro, así que yo fui en la misma dirección.

- ¡Candice! - exclamó un chico al verla, acercándose a saludarla con dos besos - Ya está todo listo.

- Estoy de los nervios.

- Vamos, ya es tu segundo libro. ¡Deberías estar más calmada! - dijo, al notar como mi chica estaba temblando - Vaya, ¿tu personaje ha salido del libro? - dijo, al verme. Yo sonreí ampliamente.

- Soy Harry - me presenté.

- Grant, encantado - me saludó, agitando mi mano enérgicamente -. Bien, Candy, todavía tenemos que firmar algunas cosas antes de que abran las librerías...

- Claro - asintió, tomando asiento -. Amor, ¿podrías ir a la cafetería a buscarme un café, por favor? - me pidió desde la mesa.

- Claro que sí, muñeca - sonreí.

Candy también me sonrió, tímidamente, sobretodo cuando le guiñé el ojo; y me despedí con la mano de Grant para luego salir de la casa e ir hacia la cafetería a la que iba Candy. Lo que suponía tener que ver a Luke, que no me hacía mucha gracia después de las disputas que habíamos tenido. Pero sabía que el café que a Candy le gustaba era de esa cafetería, así que tendría que ver al rubio. Nada más entrar, sus ojos se dirigieron a mí, y luego se pusieron en blanco.

Portobello Road « London in love 1 »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora