XXIV Demasiado estrés

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Samantha preparaba el baño en la tina de hidromasajes como su jefe le había ordenado. Agregó sales y jabón para que quedara burbujeante y relajante. Con la mano probaba la temperatura del agua. No dejaba de pensar en lo que había oído. Lo que más la mortificaba era que quizás la señora tuviera razón y ella fuera la responsable del episodio de amnesia de su jefe. El horrible beso que le había dado pudo haberlo traumatizado. Era difícil de creer, considerando que se comportaba como un tirano despiadado y sin emociones, pero todo era posible.

A la hora indicada fue a esperarlo en la entrada.

—¿Qué te pasó? Luces como si hubieras visto un fantasma.

Ella, toda pálida y temblorosa sólo abrió de par en par sus ojos verdes y balbuceó un no ahogado, como si hablara para adentro en vez de para afuera. Las rarezas con esa mujer nunca acababan, pensó Vlad, yendo a su habitación. A los pocos segundos, Samantha recibió un mensaje para que fuera hasta allí también.

—¡¿En qué estabas pensando?! ¿Cuánto jabón le pusiste al agua?

La espuma se había rebalsado e inundado parte del baño. No paraba de salir.

—Amo… yo… yo lo limpiaré. —Alcanzó a dar unos cuantos pasos cuando sus pies comenzaron a patinar sobre las baldosas jabonosas, perdió el equilibrio y, en su desesperación, se afirmó de Vlad.

Ambos resbalaron y cayeron. Ella sobre su jefe, que se golpeó el trasero y la cabeza. ¡La cabeza!, lamentó Samantha. Esperaba no haberlo dejado peor de lo que ya estaba. Había tenido suerte evadiendo las preguntas del mayordomo que buscaba a Maya, pero de ésta no la salvaba ni todo un ejército de dioses.

—Amo, yo… ¡Lo lamento tanto!

—Me estás aplastando con la rodilla.

Ella le presionaba la entrepierna. Se apartó de un brinco, afirmándose de un estante para no volver a caer.

—Agresión y acoso, Sam ¿Cuál es tu propósito en la vida?

Ella tenía muchos sueños y metas profesionales, grandes aspiraciones por las que se había esforzado mucho. Era estudiosa, dedicada, responsable, quería ser exitosa y formar una familia. Ser feliz y, al envejecer, mirar hacia atrás y decir: no me arrepiento de nada.

—Vi… vivir, amo —dijo, haciendo un puchero.

—No vayas a llorar, ya no eres una niña… Creo que estás muy estresada y tu estrés no es bueno para mi integridad física. Haz que alguien venga a limpiar y me traiga un Martini. Vete a dormir y tómate el día de mañana libre.

—Gra-gracias, amo.

—No me lo agradezcas, se descontará de tu sueldo.

Empapada y adolorida, Samantha caminaba por el pasillo. Ojalá y un día libre le sirviera para relajarse. Cómo podía volver a estar tranquila si cada vez se hallaba más sepultada en problemas. Ahora no sólo debía cuidarse de su jefe, sino de la madre y de ese mayordomo también. Se habían encargado de Su, eso había oído. Qué más podía pensar salvo que el accidente de esquí no había sido tal. Ya iban dos “accidentes” que involucraban a mujeres relacionadas con Vlad Sarkov y comenzaba a sospechar que quizás, su jefe no fuera el responsable.

—Sam, querida ¿Qué te pasó? —preguntó la señora. Se encontraron al pie de la escalera—. Tienes espuma en la ropa ¿Te dabas un baño con Vlad?

—¡No, señora, claro que no! Su hijo es sólo mi jefe y si estoy aquí es porque le debo dinero, nada más. En cuanto mi deuda esté saldada, me iré.

—¿Es así?

—Por supuesto. Si algo me enseñaron mis padres es a conocer mi lugar y a ser prudente. Yo sólo soy una simple sirvienta, no tengo ningún interés en su hijo de ningún tipo.

—Eso es difícil de creer. Vlad es un excelente partido, es guapo, inteligente, adinerado. Cualquier mujer moriría por estar con él.

—¡Yo no quiero morir! —gritó. Hizo una pausa, recomponiéndose—. Yo… yo tengo un novio y estoy muy enamorada de él, no tengo ojos para nadie más que no sea para él, lo amo con todo mi corazón. Es mi primer amor, le entregué mi virginidad y esas cosas no se olvidan. Se llama Julian, mañana tendré una cita con él. —Terminó jadeando y con el corazón martilleándole fuertemente en el pecho.

—¡Eso es maravilloso, querida! —exclamó, sonriendo dulcemente—. Ya decía yo que eras una muchacha bien portada. No descuides a mi Vlad por andar con tu novio.

La mujer se fue tarareando hacia la sala. Su aparente felicidad debía darle algo de tranquilidad, pero se sentía todo, menos tranquila.

〜✿〜


Estaba decidido. No sabía si debía cuidarse de Vlad Sarkov o de su madre así que se cuidaría de ambos. Sería obediente con Vlad, rogando para que no se le ocurrieran obscenidades y le demostraría a la madre que nada tenía que ver con su hijo. Por eso había concretado su cita. Julian estaba disponible y se juntaron a comer.

—¿Buscas a alguien? —le preguntó él mientras esperaban por la comida—. No has dejado de ver en todas direcciones.

—No… sólo… sólo miraba a mi alrededor, es una linda tarde. —Miró por última vez, buscando al mayordomo que sospechaba la había seguido.

Pronto olvidó al mayordomo, olvidó a los Sarkovs y el peligro inminente que la acechaba. Todo lo olvidó viendo los profundos ojos azules de Julian, su ángel. Reía cuando él reía, soñaba cuando él le hablaba y se humedecía los labios cuando miraba los suyos. La cena acabó y fueron al auto que Julian tenía estacionado. Tenía él un conductor y se sentaron ambos atrás.

—Ha sido un almuerzo magnífico, Sam. Quisiera que volviera a repetirse pronto. —La miró fijamente a los ojos, como si fuera lo más maravilloso que hubiera visto en su vida, así lo percibió ella.

—Yo también… —dijo, acercándose para probar por fin esos labios que no lograba dejar de mirar.

El auto empezó a avanzar, mientras sus cuerpos agitados no dejaban de besarse con el ardor de quien se hallaba perdido en el desierto, deseoso de agua, de esa energía vital que sólo se conseguía en la comunión con otro ser humano. El apasionado beso de los recién declarados amantes se rompió bruscamente con un potente estruendo. Un camión impactó el auto en el que viajaban, haciéndolo rodar varias veces. Luego, sólo hubo silencio.

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¿Se tratará de un nuevo "accidente"? 😖

¿Cómo reaccionará Vlad cuando sepa que ella tiene un novio?

¡Gracias por leer!

Prisionera de Vlad SarkovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora