LI Maravillas secretas

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El mundo estaba lleno de maravillas intangibles, momentos únicos que resultaban infinitamente valiosos: ver una estrella fugaz, el inicio o el final de un arcoíris, oír el primer canto matinal de las aves, saborear la primera comida que cocinas, enamorarse por primera vez… y ver a Vlad Sarkov durmiendo.

Apenas lo vio, se apresuró a mirar la hora. Todavía faltaba bastante para que sonara la alarma. Salió con cuidado de la cama y fue en hurtadillas hasta su cuarto. Buscó su cámara, un momento así debía ser inmortalizado apropiadamente y no osaría usar su vulgar teléfono para tal labor. Antes él había evitado ser fotografiado, pero ahora, dormido y vulnerable, nada podría hacer para detenerla. Se sintió perversa. Enfocó su rostro angelical. El hombre era un cínico hasta cuando dormía. Hizo varias tomas de su rostro, con el corazón latiendo a mil por hora. Si llegaba a despertarse y la descubría sería su fin, como quienes morían por tomar una selfie extrema. Ahora los entendía.

Deslizó un poco la sábana y fotografió ese torso que parecía tallado en mármol. Su jefe podría ser perfectamente un modelo, tenía todas las cualidades para ello, ese rostro atractivo y seductor, esos hombros rectos y seguros, los pectorales bien formados y unos abdominales que parecían montañas. Hizo zoom en el tatuaje. Él se removió. Sam miró para todas partes, escondió la cámara bajo la mesita de noche y se metió en la cama.

Encogida y aterrorizada lo oyó levantarse y meterse al baño. Oyó la ducha unos minutos. El agua cesó. Imaginó que, tras secarse, se lavaría los dientes. Volvió a escuchar sus pasos alrededor de la cama. Tomó algo de la mesita de noche, supuso que su teléfono. Por entre sus párpados abiertos imperceptiblemente lo vio sentado en el sillón, usando el aparato. Parecía muy concentrado. Tecleaba. No creyó que fuera un mensaje ¿Quién le respondería un mensaje a las cinco de la mañana? Ahora sonreía. Se preguntó qué lo haría tener una sonrisa tan deslumbrante. Luego la miró a ella y a Sam se le cortó la respiración. Descubierta como una rata, así se sintió, así acabaría. Él dejó el aparato y volvió a meterse en la cama. Su cuerpo frío la hizo estremecer. Esos dedos insaciables e imprudentes avanzaron por su vientre, bajaron y le aferraron la cara interna del muslo. Sam se mordió los labios para no gemir. Era una sensación muy intensa en su cuerpo un poco adormilado.

—Sam… ¿Estás despierta?

La cercanía de su boca le hizo cosquillas en la oreja. Se removió, fingiendo que despertaba. Los dedos la aferraron más fuerte y se quejó. La lengua traviesa de su jefe aprovechó para invadir su boca, sabiendo a anís, como siempre. Ya no quiso fingir que dormía. Le acarició el cabello húmedo, la mandíbula firme. Y se atrevió a más. Si su jefe se sentía con la autoridad de hacer con su cuerpo lo que le diera la gana, ella también lo haría, sí señor, hombres y mujeres tenían los mismos derechos.

—Oh, Sam. La iniciativa es una cualidad que aprecio mucho en mis empleados —dijo Vlad cuando ella se le subió encima.

La atrevida incluso le mordisqueó un pezón ¡Qué le había pasado a su cervatillo!

—Aprendí a hacer algunas cosas con mis manos en las clases sucias que paga para mí ¿Quiere que le muestre?

Vlad asintió, sin aliento. Esta vez sería él quien arruinaría el colchón.

〜✿〜


Markus estaba en el despacho que había en la suite del hotel, tecleando en su computador. Vlad estaba frente a él, abstraído en algún pensamiento.

—Amo Vlad, tengo información que le interesará, es sobre el accidente de Samantha.

Vlad siguió mirando a la nada, sonriendo tras el dedo que se apoyaba en los labios.

—Amo Vlad.

Nada.

Markus jamás lo había visto tan distraído y relajado. Sintió culpa por sacarlo del agradable lugar en que se hallaba.

—¡Amo Vlad! —repitió, logrando por fin su atención—. El accidente de Samantha fue ocasionado por el grupo KHW, enemigos comerciales del grupo que dirige la familia de Julian. Ella sólo tuvo la mala fortuna de estar con él.

Vlad exhaló, sintiendo que se sacaba un peso de encima. Un enorme peso de encima.

—Ella se ganó el favor de mi madre ¿Puedes creerlo? Incluso mi padre empezó a pagarle para que me mantenga contento. Es una locura.

—Eso no se oye bien, amo Vlad. Debe mantenerla bajo control.

—Lo sé. Ella no se fía de ellos, les teme. Creo que incluso a mí me teme o lo hacía. Debió pensar que maté a mi prometida. Hubieras visto su expresión cuando le dije cómo había muerto. Era encantadora.

—Mientras ella no olvide su lugar, todo debería estar bien. Ya sabemos qué ocurrió con la última mujer que lo olvidó.

Había desaparecido, de su vida y de sus recuerdos. No podía permitir que a Sam le ocurriera lo mismo, por eso, a ojos de todos, ella no sería más que una simple sirvienta, sólo eso y nada más.

Sin embargo, cuando nadie los viera, Sam sería mucho más, Sam lo sería todo. Sam era uno de sus secretos más preciados. No supo cómo había llegado a serlo y ya era tarde para evitarlo. Sólo debía procurar que nadie lo descubriera, pues los secretos desaparecían cuando dejaban de serlo.

Los días libres acabaron y debieron regresar a la mansión Sarkov. Allí también había secretos que él ansiaba para sí, por eso debía volver, una y otra vez. Y Sam debía estar a su lado porque con ella todo era más fácil.

Bajaron del auto, Vlad entró por la puerta principal, Samantha por la residencia de los sirvientes. Desempacó y ordenó sus cosas esperando que él la invitara a su habitación. Encendió su computador y transfirió las fotografías de su cámara, incluyendo las de su jefe dormido. Se quedó mirando la del tatuaje, esos símbolos que parecían letras. Abrió el navegador y arrastró la foto a la barra de búsqueda. Pronto aparecieron más imágenes con el mismo tipo de símbolos. Efectivamente correspondían a letras. Ya era tarde, supuso que Vlad no la llamaría. Cogió un lápiz y empezó a escribir las letras. Estaban desordenadas y no parecían formar ninguna palabra en concreto.

T-O-I-L-E-A-V

Buscó una página de anagramas que había utilizado una vez. El algoritmo leía las letras y entregaba todas las combinaciones que formaran palabras que estuvieran en el diccionario. Arrojó dos resultados.

Elativo: adj. Gram. Que está en grado superlativo absoluto. Adjetivo elativo. Apl. a un adjetivo o un adverbio.

Violeta: f. Planta violácea de tallos rastreros, flores zigomorfas moradas o blancas, de suave olor, y fruto en cápsula.

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Vlad quiere mantener sus secretos, Sam quiere descubrirlos 😩

¿Lograrán convivir pacíficamente? 😣

Pronto sabremos más sobre Violeta 🤔

¡Gracias por leer!

Prisionera de Vlad SarkovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora