16. Déjame a mí

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Loren y Anais se encuentran en mi habitación, escuchándome contar el relato de las pruebas de teatro después de que me hayan pedido la información. No fue gran cosa, en realidad... Unas cuantas equivocaciones de la gente, nervios y sudor, Marc tan atractivo como siempre escribiendo en una libreta y yo seleccionada como protagonista. Espero poder compaginar los exámenes y tareas con fotografía, los ensayos de teatro y mi vida social y sentimental.

—Sabíamos que lo conseguirías —afirma Loren, mientras escribe en su cuaderno.

Estamos estudiando para el próximo examen de lengua. Decidimos estudiarlo juntas porque Anais va bastante mal con la asignatura, por lo que Loren y yo somos su apoyo moral e intelectual.

—Pues claro —añade Anais—. La casi invitación a tomar café no se refería precisamente al café. Ese quiere rollo.

Nos reímos por el comentario y seguimos estudiando en silencio, aunque en mi mente se desarrolla la posibilidad. Siendo realista, sé que lo mío con Marc es pura fantasía de literatura erótica y no ocurrirá... sin embargo, aquel encuentro en el centro comercial me genera dudas.

Un gritito de Loren nos sobresalta. Está mirando algo en su móvil.

—¡Mirad esto!

Anais y yo acercamos la vista hacia la pantalla y nos encontramos con una de las fotos que le hice a Dennis en ropa interior. La ha publicado en su historia de Instagram mencionándome como fotógrafa. La siguiente foto es similar, aunque lleva unos calzoncillos distintos y el fondo de la imagen es rojo.

—¡Es la marca! —exclama Loren—. Lo han seleccionado para promocionarla.

Anda, mira al Dennis... Modelito de ropa interior. No me extraña. Con ese cuerpo y ese pedazo de paquete... Ahí dentro debe haber un buen regalo.

—Escríbele algo —digo de inmediato, y el rostro de Loren se vuelve pálido—. No me mires así. Ponle cualquier tontería. Es tu oportunidad.

—¿Qué le pongo? —se lo piensa por un instante—. Toma. Escríbelo tú.

Me lanza el móvil como si quemara y se lleva las manos a los ojos para no ver.

—Ponle... —empieza Anais, haciéndose la pensativa—. Tú podrías acabar con mi desdicha... si me dejaras agarrar esa salchicha.

Me rio y simulo que escribo, solo para asustar a Loren. Al final termino escribiendo algo, pero no el piropo de Anais. ¡Al final lo conseguiste! Esa es la respuesta, le doy a enviar y dejo el móvil sobre la cama, en medio de las tres. Esperamos a que la pantalla se ilumine como quien espera las vacaciones de verano. Bajo un poco la música que tenía puesta mientras estudiábamos y nos concentramos en el móvil. Loren está tensa. Aprieta los labios y une las manos como si rezara. Anais mete la mano en la bolsa de los Cheetos y mastica ruidosamente.

—¿Y si no responde? —duda la rubia.

—Lo hará —aseguro. Dennis es el típico chico tan buena gente que no sería capaz ni de clavar un visto. Va en su naturaleza ser amable y caer bien.

Loren empieza a comer Cheetos también para calmar su inquietud, hasta que la pantalla se enciende.

—¡Es él!

Todas leemos la respuesta: Sí, jajaja. Gracias a la fotógrafa y a la ayudante de la fotógrafa.

Y gritamos.

En los minutos siguientes pasamos de lengua y nos dedicamos a supervisar la conversación entre Loren y Dennis. Entre las tres elaboramos la respuesta y yo la escribo.

—Dennis tiene nombre de asesino en serie —comento mientras esperamos a que escriba.
Le hemos puesto: Hicimos un buen trabajo, pero el modelo tiene más mérito.

Llámame KayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora