37. Un respeto

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No comprendo cómo soy capaz de escuchar lo que ocurre a nuestro alrededor, pero lo oigo. Un ruido cercano me interrumpe, nos interrumpe, y tratamos de buscar la procedencia. Me bajo el top velozmente y apoyo las manos sobre sus hombros, sin apartar la vista de la oscuridad. Es difícil. Árboles, casas a lo lejos, algún arbusto...

—¿Ves algo? —le pregunto en un susurro.

Louis niega con la cabeza, aunque se mantiene alerta. En ese instante me doy cuenta de lo cerca que estoy de él, de lo cerca que se encuentra su cara de la mía y me entra el pánico. Me aparto de él, vuelvo a mi sitio en la manta y trago saliva, abrumada. ¿Qué estábamos haciendo y por qué lo estábamos haciendo al aire libre? Quizá alguien nos estaba viendo. ¿En qué estaba pensando cuando me subí encima de él?

Mi latido y respiración van recuperando su ritmo normal mientras se me va el ojito hacia sus pantalones. Se le nota el bulto, presionando. Ahí estaba sentada yo. Ahí estaba restregándome yo.

Aparto la vista cuando veo que mete la mano por dentro del pantalón. Parece que realiza unas cuantas colocaciones ahí abajo y vuelve a sacar la mano.

—¿Te estaba molestando? —bromeo, tratando de darle un poco de normalidad a toda esta situación.

Resopla, con las manos bajo la nuca, y me sonríe travieso.

—Me estaba doliendo —admite.

Será mejor que me vaya. Suficiente calentura por hoy. Me ha visto las tetas, me las ha manoseado y me las ha chupado. Todo tan inesperado.

Me pongo en pie. Al ver que mi intención es irme, se levanta y recoge su manta. Echo a andar, escuchando sus pasos detrás de mí.

—¿Qué ha sido eso? —pregunta, tratando de alcanzarme.

—Nada —respondo.

Se coloca a mi lado y me mira con el ceño fruncido.

—Me va a venir la regla estos días —explico, con obviedad—. Ya sabes... tetas hinchadas, estar más cachonda de lo normal...

Sigo caminando en dirección a mi casa. Faltan apenas unos metros.

—Pues puedes llamarme antes, durante y después de la regla siempre que quieras.

No hago caso a su comentario. Llego a la puerta de mi casa y me giro para despedirme.

—Me voy. Tengo sueño.

—Suerte la tuya. —Resopla—. Yo esta noche ya no duermo.

Me dan ganas de pegarle por sus chistes.

—No lo hagas más incómodo, por favor —le pido.

—Fuiste tú la que me puso las tetas delante de las narices —me recuerda, ofendido.

—¡Shhh! —Me llevo un dedo a los labios. Nunca se sabe quién puede estar escuchando.

Me voy, no puedo seguir viéndole la cara. Me meto en mi habitación, me quito la ropa y me tiro sobre la cama. Suspiro, cierro los ojos y mi mente se llena de imágenes. Imágenes que vuelven a generar mucho calor por debajo de mi ombligo.

Mierdaaaaaaaaa...

***

Por la mañana camino al instituto con mi hermano como compañía. Me aseguré primero de que Louis ya había salido de su casa. Llego a la puerta y analizo todas las caras que me rodean. Parece que no está por aquí. Bien. Sigo caminando hasta encontrar a mis amigas. Loren y Anais me acompañan por un pasillo hasta que me doy cuenta de que ya he encontrado al susodicho. Abortar misión.

Llámame KayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora