20. Totalmente distintos

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Suelto un suspiro de alivio infinito cuando observo las preguntas del examen de lengua que acaba de poner Marc sobre mi mesa. Es exactamente la misma ficha de la foto. Las mismas preguntas. Preguntas que estuve preparando con Anais y estudiando durante horas. Compartimos una mirada fugaz, cómplice. Me alegra saber que por fin Anais va a aprobar un examen de lengua. Quizá el método de sacarle foto al examen no haya sido el más ético, pero a veces el fin justifica los medios.

Nos dirigimos a la cafetería pletóricas, dando saltitos de alegría mientras comentamos lo impecable que nos ha salido la jugada. Anais cuenta que no respondió a todas las preguntas perfectamente, para no levantar sospechas. Pasar de un suspenso continuado a un diez sería dar mucho el cante. Ellas van a ocupar una mesa y yo me acerco a la barra para pedir un zumo de naranja y un donut. Hoy no me he traído el desayuno de casa. Mientras espero a que expriman las naranjas, Claudia aparece a mi lado. Pide una lata de refresco y una bolsa de caramelos. Sí, mejor que coma caramelos de menta para contrarrestar el olor a tabaco que lleva.

—Cuanto tiempo sin hablar... —Apoya un codo sobre la barra y gira su cuerpo en mi dirección.

De reojo puedo ver su melena negra atada en una coleta alta.

—Me echaste de tu casa —le recuerdo. Salí pitando de allí, aunque tremendamente feliz porque acababa de besarme con Theo.

—Me usaste para enrollarte con mi hermano —contrataca.

Hago una mueca, dándole la razón.

—Eso es cierto —puntualizo.

—Una pena que se haya ido de casa... Lo echo de menos.

Me molesta que ya tenga su bebida y sus caramelos y siga pegada a mí como un pulpo, buscando bronca.

—¿Tú lo echas de menos? —sigue picándome—. Porque ya veo que no tardas mucho en buscarte un nuevo objetivo.

Desearía poner los ojos en blanco, pero me contengo. No pienso ofrecerle la satisfacción de saber que me está molestando. Trato de parecer indiferente y creo que funciona, porque se marcha sin decir nada más.

Voy a la mesa en la que están las chicas y me siento con mi zumo y mi donut. Saco el móvil y me dedico a buscar a Theo en Instagram mientras desayuno. Loren y Anais siguen hablando del examen, pero yo desconecto. Intento localizar una nueva cuenta de Theo a través del perfil de Claudia. Ella seguiría a su hermano si este se hubiera creado otro perfil. Solo encuentro el que ya conozco, el que parece inactivo desde hace tiempo. Ninguno más de sus siguiendo tiene pinta de ser Theo. Me meto en perfiles de sus amigos, buscando fotos etiquetas, seguidores y siguiendo, me gusta... Hago todo lo que puedo, pero no doy con nada.

—¡Grecia! —grita Anais y yo levanto la vista con el ceño fruncido—. ¡Gana Grecia!

Tardo unos segundos en entender. Me enseña su móvil y leo el contenido del correo. El instituto ha mandado un email anunciado el destino ganador del viaje de fin de curso. Parece que nos vamos a Grecia.

—Guay —respondo, sin mucho entusiasmo porque todavía sigo pensando en Theo.

—Yo también voté por Grecia —aporta Loren.

Yo voté por Italia, en realidad, pero Grecia habría sido mi segunda opción.

Anais sigue leyendo el correo, que al parecer contiene mucha información relevante para los de último curso. Piden organización para elegir a dos representantes que se encarguen de dirigir la preparación de la graduación. Una persona de cada una de las clases. También informan sobre el destino de la excursión de convivencia que tendremos en breve.

Llámame KayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora