12. Se te da bien todo

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Te puedes imaginar lo difícil que resulta mirar ahora a mi profesor de lengua. A Marc con C. A Marc. Llamarlo profesor de lengua me desagrada un poco. Hace que suene más inalcanzable aún. Refuerza la barrera entre nosotros. Si me refiero a él por su nombre real, me da una falsa sensación de confianza y cercanía. Me hace pensar que tengo más probabilidades. Tal vez no ahora. Tal vez dentro de unos años nos volvamos a encontrar y todo surja. Quizá cuando yo tenga veinte, o veintitrés... La imagen de su alumna de apenas dieciocho años quedará muy difuminada para entonces.

Tuve que contárselo todo a Loren y Anais, por supuesto. Ayer por la tarde, después de entrar en casa con mi sudadera nueva les hice una videollamada para relatarles el chisme con detalle. No era un simple chisme. Era EL chisme. Monumental. Este chisme le daba una patada en el culo a todos los posibles anteriores. Y lo mejor de todo: lo tenía grabado en vídeo. La calidad no era la mejor, lo admitía, pero el hueco de la persiana permitía ver lo justo y necesario. La escena se distinguía a la perfección, sin lugar a dudas.

Al principio, creyeron que bromeaba, que me lo estaba inventando. Tardaron un rato en comprender que yo no me inventaría algo así, básicamente porque el chisme, más allá de ser un pedazo de chisme, me dolía. No es que fuera a llorar por ello, ni me iba a encerrar en mi habitación durante una semana... Pero, al fin y al cabo, yo solo soy una chica demasiado ilusionada y con expectativas de novela de romance erótico.

El rumor de la ventana rota corrió por todos los cursos. Desde temprano, la gente se acercaba a la zona para comprobarlo. La piedra ya no estaba allí, incrustada. En su lugar, había un enorme hueco y una lámina de plástico para cubrir el desastre temporalmente y evitar que alguien pudiera cortarse con los cristales. Nadie sabía qué había pasado, nadie salvo mis amigas, Louis y yo. La gente se preguntaba quién podría tener algo en contra de Marc con C, un profesor sustituto joven y con toda la ilusión del principiante por trabajar y cambiar la educación. Las teorías con más apoyo se referían a algún estudiante que hubiera sacado muy mala nota y a una posible expareja que haya decidido vengarse acudiendo a su lugar de trabajo.

Nadie mencionaba mi nombre. Para mí, y a la vista de todos, todo continuaba con normalidad, salvo que realmente nada continuaba con normalidad. No me sentía culpable. Más bien, me había quedado bastante a gusto con el lanzamiento de roca. Lo complicado era mirar a Marc y Adela y sonreírles como siempre he hecho. Por suerte, a la directora no me la había tropezado en todo el día. Por desgracia, a Marc tenía que verle en clase de lengua. Me costaba mirarle y no recordar su pecho y brazos tatuados. Sus manos agarrando el culo y las caderas de Adela. El pensamiento me ponía cachonda y me incomodaba a partes iguales.

"¿Estarán juntos?" Es la pregunta que hizo Anais por videollamada. Era la pregunta del millón. ¿Eran pareja acaso? ¿O había sido solo cosa de una vez? ¿O tal vez de varias veces pero sin compromiso alguno? ¿En algún momento había notado comportamientos extraños en ellos dos? Nunca lo pensé, así que nunca me fijé. ¿Será el padre de Marc el suegro de Adela? Dios, no. ¿Tendrán hijos? No, imposible. Son muy jóvenes. Además, Adela nunca ha tenido barriga de embarazada. No al menos en los últimos años. ¿Casados? ¿Lo estarán? Los casados llevan alianza, ¿no? Eso se sigue llevando, ¿verdad? La tontería de las alianzas. Ellos no las tienen.

La incertidumbre me mata y tantas preguntas me agobian demasiado.

No hablé durante la clase de lengua. Le miré de vez en cuando, como si atendiera, tratando de que todo pareciera normal. Y poco más. Incluso Loren y Anais estaban tensas.

Durante el almuerzo en casa también se palpa la tensión en el ambiente. Adela llamó a mamá lila para hablar sobre Finn. Otra vez lo habían pillado grabando en clase haciendo estupideces, para variar. Es una pena, porque Finn no es mal estudiante. Se pone muy nervioso con los exámenes, pero en general saca notas decentes. No se mete en peleas, no fuma porros en el banco del instituto, no falta el respeto a los profesores y suele hacer sus tareas y trabajos. Solo tiene un problema: que a payaso de circo no le gana nadie.

Llámame KayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora