28. Muy mala idea

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Cuando soy capaz de reaccionar y volver a la realidad tras el aturdimiento, bajo lentamente la mirada hacia el punto en que nos tocamos. Sus dedos rodeando mi muñeca para impedir que siga caminando. El que no quería tocarme porque no tenía permiso se está cogiendo la confianza de repente... Se me escapa una sonrisa ladeada, de diversión. Entonces, él parece reparar en su agarre, como si todo este tiempo lo hubiera estado haciendo de manera inconsciente... y me suelta de inmediato.

—Perdón —murmura.

Qué adorable. No debería pedirme disculpas. Quiero decir... No me desagradaba del todo el contacto físico con él.

—¿Vas a decir algo? —insiste, al ver que no he dicho ni una palabra. Me he limitado a observarle con ojos curiosos y divertidos.

Decir algo, ¿sobre qué? ¿Sobre que nos hemos cogido de la mano en el ensayo? Era lo que debíamos hacer. Era un ensayo, una actuación. ¿He notado algo cuando ha pasado? Sí, lo he notado. ¿Me ha gustado? Puede ser. ¿Lo voy a admitir? No, por el momento. Necesito poder pensar con claridad antes de decir algo.

—No tengo ni idea de lo que estás hablando —utilizo mi frase favorita últimamente, con expresión de desafío.

Él arquea levemente una ceja y suelta un resoplido. Lo toma como un juego. Yo voy a jugar a hacerme la despistada y él también.

—Está bien —declara, dispuesto a seguir andando—. No ha sido nada, entonces.

Su tono me hace gracia. Parece que me advierte de que me voy a arrepentir o de que llegará el momento en el que me dé cuenta de que sí ha sido algo. Me apuro para llegar a su lado y salir juntos del instituto.

—Tengo que esperar por mi hermana —anuncia, informándome por tanto de que no seguirá el camino conmigo.

—Ah, vale —intento no sonar decepcionada.

—No creo que tarde mucho en salir... Si quieres podemos ir los tres...

—No importa —le interrumpo, fastidiando su intento de continuar juntos un rato más—. Ya me voy yo. Hasta mañana.

Doy media vuelta e inicio la marcha.

—O hasta esta noche... —propone, alzando la voz detrás de mí.

Tal vez esta noche no salgo. Debo meditarlo también. En estos instantes, después de que en mi mano todavía se sienta un suave cosquilleo, creo que sería mejor alejarme un poco y organizar mis ideas.

***

El pollo quedó bastante tostado. La piel de fuera estaba dura, incomestible, aunque el interior se podía mojar en salsa y tragar. Vamos a darles el aprobado hoy. Finn y yo recogemos la mesa mientras que nuestras madres desaparecen de la cocina. Todavía el ambiente continúa tenso. Aunque no tanto como otros días, aún se les nota distantes en ocasiones.

—Están raras —me atrevo a decir, delante de mi hermano.

—Lo sé. —Utiliza el agua del grifo para retirar los restos de comida de los platos.

¿Lo sabe? Vaya... Pensaba que él nunca se enteraba de nada.

—Tú eres el menor —le advierto, metiendo una jarra con agua en la nevera—. Como se separen, el perjudicado eres tú. 

—Cállate, Kay —espeta, molesto—. No se van a separar.

Por mucho que quiera creerme sus palabras, esas cosas pasan. No me he puesto a pensar detenidamente en la posibilidad, pero sería un total caos para todos.

—Eso espero —murmuro para mí y me dejo caer en una de las sillas. Entro en Tiktok y empiezo a ver vídeos.

—Oye, quiero que hagas un vídeo conmigo.

Llámame KayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora