No he vuelto a ver a mi vecino pelirrojo. Ni en el instituto, ni en la calle, ni siquiera a través de una nueva foto de Instagram. Me rindo, pero por ahora. Me ha venido el paquete con la ropa que pedí online. Todo me ha quedado a medida, salvo por una de las faldas que me va un poco larga, pero seguro que puedo hacerle un arreglo. En cualquier caso, hoy me he puesto uno de los vestidos nuevos para ir a clase. El que más me ha gustado. Es de un tono nude, ajustado al cuerpo y con una abertura en el escote sujeta por cordones. Cuanto más tiro de dichos cordones, más se cierra el escote y menos teta se ve... por lo que trato de mantenerlo con la abertura necesaria para que se vea todo lo que quiero que se vea.
—¡Pero qué tetas más apetitosas! —me alaga Loren nada más verme y yo le sonrío. Genial, esa justamente era la reacción que estaba esperando.
Después de varios días desde que hicimos el examen de lengua, Marc nos los trae corregidos. Los va repartiendo mesa por mesa. Llega a la de Anais y suspiramos al ver un 7. Misión cumplida. Loren tiene un 8,75 y yo un 10.
—Buen trabajo —me dice Marc al entregarme el papel—, como siempre.
Vaya, vaya, vaya. Mira quién me lanza un cumplido... pero sin mirarme, por supuesto.
El timbre suena mientras seguimos revisando nuestros exámenes. Marc nos pide que se los entreguemos antes de salir, y así lo van haciendo todos. Voy dejando que la gente salga, incluidas mis amigas, y recojo mis cosas. Me aliso el pelo con los dedos, tiro de mi vestido hacia abajo para que no se me suba y me acerco a la mesa para dejar el examen. Como él se ha propuesto no cruzar miradas conmigo, yo tampoco lo hago. Dejo el folio sobre el montoncito y giro sobre mis talones para irme. Antes de que pueda cruzar el marco de la puerta, oigo mi nombre completo. No me lo puedo creer.
—¿Podrías venir un momento? —me pide.
Le observo desde la distancia, un poco inquieto, pero expectante por mi respuesta. Sin decir nada, me acerco a su mesa, sujetando el tirante de mi bolso, y espero.
—¿Crees que podrías ayudarme con un tema de la obra? —Da golpecitos con los folios sobre la superficie de madera para alinearlos—. Es sobre el vestuario. Se nota que tienes idea de ropa y se me ocurrió pedirte opinión.
La sonrisa que se va dibujando en mi cara debería ser una mezcla emocionada y perversa. Se ha fijado en mi ropa, me ha hecho un cumplido por ello y me está pidiendo ayuda, a solas. No pide opinión a todos los miembros del teatro, solo a mí.
—Sí, claro. —Asiento, aparentando normalidad.
Veo que saca una pequeña libreta de cuero, con aspecto de agenda, y busca una página en concreto. Cuando la encuentra, leo los nombres de los personajes y algunas anotaciones con su letra.
—Thomas va a estar casi siempre vestido de camarero, pero Leila me preocupa más. Igual que el resto de personajes. No estoy acostumbrado a organizar esto y me siento un poco perdido...
Su voz suena distinta, su expresión y postura también lo es. No me dedica sonrisas amables y gestos educados como al principio, como hace con todos los estudiantes. Sus sonrisas ahora son más tensas, más forzadas, no muy exageradas... Su postura es más bien rígida y en su voz ya no se aprecia la calidez y el tono melódico que tienen los profesores al hablar. Suena más estático y tembloroso. Todo porque mis insinuaciones han ido demasiado lejos. Para él soy un peligro. Soy una cerilla, en realidad. Como me roce un poco, me enciendo.
—Pues... —murmuro, inclinándome hacia delante con las manos en la mesa para poder ver sus anotaciones—. Yo a Leila la veo bastante sosa, en general. En lo de "colores no muy llamativos" estoy de acuerdo contigo.
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Llámame Kay
FanfictionNadie es algo al cien por cien. Nadie es malo al cien por cien, ni mucho menos bueno. Kayla Anderson parece poner en duda esa afirmación. Es sociable, inteligente, optimista, enérgica, lanzada... Siempre sonriente, siempre dispuesta a ayudar, siemp...