27. Lo notaste

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—Esa maldita perra se va a enterar —aseguro, apretando los dientes con fuerza.

—Kay, que ni se te ocurra hacerle algo —me advierte Anais, sentándose en mi silla del escritorio.

La situación requería quedada en mi casa urgente. Ellas querían todos los detalles de mi conversación con la directora, y yo necesitaba descargar mi rabia. Después de hablar, grabar un baile para Tiktok y hacer unos veintidós tests de Buzzfeed, seguimos con el tema.

—¿Quieres que me quede de brazos cruzados?

—Anais lleva razón —se mete Loren—. Tu venganza es haber ganado. Adela se olvidará del asunto y todo seguirá como hasta ahora.

Las miro con indignación. Yo quiero pelea. Quiero que Claudia se arrepienta de ser la maldita chivata de la clase.

—Buscaré algo que le joda —murmuro, dejando el móvil a un lado y quedándome boca arriba en la cama.

—Fóllate al hermano —propone Anais y Loren le dedica una mirada furtiva.

—Eso ya quería hacerlo desde hace bastante tiempo. —Sonrío.

—Kay, acabas de salir ilesa de un problema gordísimo —señala Loren, con sensatez—. Si vuelves a liarla, nadie te garantiza que ganes otra vez. Déjalo estar y termina el curso de una manera pacífica.

—Bueno... ilesa tampoco —puntualiza Anais—. Has amenazado a la directora con un vídeo sexual suyo.

—Y rompiste una ventana.

—Y te tiraste al profesor.

—Y le sacaste foto al examen de len...

—Vale, vale —las interrumpo antes de que sigan enumerando—. Lo pillo. Mejor me callo y dejo que el karma actúe por sí solo.

Puede que haya hecho bastantes cagadas últimamente, pero han sido las mejores cagadas de mi vida.

Mamá lila toca en la puerta y pide permiso para entrar. Viene con un vestido largo hasta los tobillos y sus pies descalzos. Nos trae una caja con pastelitos que habrá comprado en la tienda. Eso espero. Como los haya preparado ella será mejor que nadie se acerque.

***

Por la noche ya me encuentro más calmada, como de costumbre. He tenido tiempo para asimilar lo ocurrido y para hacerme la maldita idea de que mis madres no saben nada ni lo sabrán. Adela no hablará, yo tampoco. Ese fue el trato y espero que continúe siendo así hasta que haya pasado suficientemente tiempo. En unos años quizá lo contaré como una anécdota graciosa y ya no importará.

Durante la cena, noto el ambiente ligeramente extraño. Le preguntan a Finn por su examen, a mí por mi día en general... pero la conversación es corta y siempre centrada en nosotros. Mamá lila y mamá rubia no hablan entre ellas. Creo que ni siquiera se han mirado.

Después de comer, descubro a mamá rubia en el salón. Está concentrada en el móvil, con los pies encogidos y el pelo atado en una coleta baja. Mamá lila debería estar aquí con ella, hablando, contándose el día... No sé, lo habitual. Recuerdo la discusión que escuché entre ellas y trato de pensar en qué ha podido pasar.

Me quedo paralizada en el sitio, observándola sin que se dé cuenta de mi presencia. Imágenes de hace años me vienen a la mente, cuando era una cría y no me despegaba de mamá rubia. Mamá rubia era... y es, mi mamá rubia. En las familias siempre hay una niña de papá, o un niño de mamá... Siempre te llevas mejor con un progenitor que con el otro. Con uno de los dos tienes una mayor conexión. En mi caso, es mamá rubia. Cuando tenía buenas noticias, se las contaba a ella primero. Cuando tenía un problema, acudía a ella primero. Cuando quería un consejo... ella. Ella era la primera en saber con qué chico estaba quedando y qué me había pasado cada día en clase. Supongo que ahora soy demasiado mayor para contarle todo, además de que ella suele estar más ocupada que antes, y...

Llámame KayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora