Capítulo 5.

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Capítulo 5.

Kelyam.

Tras colocarme la camisa indico que, quien tocó, puede pasar. Alannah entra con una sonrisa amena y una bolsa en mano, cierra la puerta detrás de sí.

—¿Preparándote para la reunión de Ada y Rik?

—Sí, solo me falta los zapatos —respondo mostrándole las converse.

—Uh, ¿crees que esos te quedarán bien con esta blusa? —inquiere sacando de la bolsa una blusa de un tono verde militar, con tirantes finos y estilo holgado—. La compré ayer, pensé inmediatamente en ti cuando la vi. Es de tela suave, como te gustan.

—Es linda, Anne —contesto volteándome hacia el espejo y poniéndomela por encima del suéter que tengo.

—Deberías estrenarla hoy, te verás más hermosa.

—¿Tú crees?

—Por supuesto, y si la combinas con unas sandalias te quedará perfecto.

Realmente no me interesa la ropa que me pongo, pero la sonrisa de Alannah me anima a darle atención y oír sus sugerencias.

—Vale, ¿Cuáles sandalias? —pregunto e inmediatamente va a mi closet.

Ella se encarga de buscar las ideales mientras me coloco la blusa nueva y luego las sandalias de pequeño tacón que encuentra. También se ofrece a maquillarme diciendo que Adara le enseñó unos trucos nuevos.

Accedo encogiendo los hombros, me siento en mi cama y dejo que ella se encargue de mi aspecto por completo.

—¿Quién está con los bebés?

—Mi abuela —responde—. Se quedará hasta la cena, dentro de un rato tengo una reunión del trabajo y Declan debe reunirse con Colin.

—Si tienen cosas que hacer, yo puedo quedarme a cuidarlos —ofrezco abriendo un ojo para verla, ella niega.

—Tranquila, abuela quiere quedarse. Tú disfruta hoy.

—¿Segura? No tengo ningún problema...

—Segura —dice con firmeza—. De todas formas, estoy buscando una guardería y así no tendrías que quedarte siempre de niñera.

—No tengo problema con eso, pero... ¿En serio tu abuela quiere quedarse?

—Sí, le gusta pasar tiempo con los niños.

—A mí también —comento, hago una pausa tomándolo en consideración—. ¿Extraña a tu abuelo, no?

Abro ambos ojos justo cuando ella suspira; poco tiempo después del nacimiento de los mellizos, su abuelo sufrió un paro respiratorio y lamentablemente falleció. Fue un mes terrible para los Fiztgerald, Alannah no salió de su habitación en casi dos semanas.

—Sí, lo extraña —contesta reponiéndose—. Todos le echamos de menos. Era especial, un viejo gruñón muy especial. Lo sigue siendo.

—Pero ella parece bien, tu abuela se ve bien —señalo frunciendo el ceño—. ¿Por qué yo no me veo así?

—¿Quién dice que no? —replica un momento después, me insta a levantarme y verme en el espejo.

Puedo ver fácilmente la diferencia de hace unos minutos, ahora mi piel se ve mejor, las mejillas con color y las ojeras ni se notan. No es un maquillaje muy elaborado, pero me da un aspecto más brillante y presentable.

—Te ves hermosa —dice Alannah esbozando una pequeña sonrisa.

—Gracias —murmuro viéndola a través del espejo—. Por la blusa y todo esto.

El Filo de un Corazón Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora