Capítulo 17.
Cuando bajo del coche procedo a rodearlo para alcanzar a Zack y tomar su brazo, afianzándome de él. Luego que pone el seguro al coche, ambos nos encaminamos hacia la estética de Adara.
—Entonces, ¿lo decidiste? —le pregunto a él.
—¿Decidir qué?
—Si te quitarás las rastas —contesto—. Me dijiste en el cumpleaños de los mellizos que pensabas hacerlo.
—Sigo considerándolo más a futuro —Es su respuesta—. Hoy solo voy para hacerme el mantenimiento mensual.
—Ah, vale.
Cruzamos dos calles y llegamos al lugar. El centro de belleza de Adara se encuentra justamente en el centro de la ciudad, es el segundo local que adquiere, más amplío y con mejor localización que el primero, el cual dejó hace año y medio.
Aunque mantiene la esencia del negocio, la misma decoración de paredes blancas y los muebles en fucsia y negro. También la mayoría de los empleados son los mismos; uno de ellos, Carlos, es quien nos recibe al entrar.
—Hey, adelante —saluda, pasando una mano por su verde cabello—. ¿Apartaste una cita para hoy?
—Sí, con Millie —afirma Zack.
—Perfecto, ella está almorzando pero apenas termine te atenderá; puedes esperarla en la silla —responde, señalando hacia donde está la morena concentrada en su celular. Zack empieza a caminar pero Carlos me lo impide a mí—. Hola, Kelyam, tiempo sin verte.
—¿Qué tal estás, Carlos? —pregunto, no es como si viniera mucho. Solo algunas veces cuando Zack me pide que lo acompañe.
—Muy bien, ahora que mis ojos te ven —responde haciendo que alce las cejas, él ríe y sacude la cabeza—. Ja,ja, es broma... No, digo, no quiero decir que no estoy bien porque estés aquí, es decir, qué bueno verte...
—¿Lyam? —llama Zack, al ver que no lo seguí.
—Entendí —le digo a Carlos mientras le hago una seña a mi amigo.
—¿Cómo estás tú?
—Bien, gracias —respondo simple.
—¡Lyam! —Adara aparece saludando con alegría—. ¿Acabas de llegar?
—Sí, vengo con Zack.
—Por supuesto —asiente y mira a Carlos—. Oye, Carl, me tomaré un descanso así que no me pases más clientes, ¿vale?
—Como mande —afirma él.
Sigo a Adara hacia la última silla donde está Zack, ella mueve una banca para acercarla y sentarnos juntos. Nos pasa una taza de dulces de almendras de colores para que comamos, supongo está acostumbrada a nuestro amor por lo dulce.
—¿Cómo estás? —le pregunto, mirando su vientre que para nada ha crecido aun.
—Las náuseas matutinas me ponen de mal humor —contesta con una mueca—. Es el único malestar que he sentido hasta ahora.
—Ah, cierto, que estás embarazada —recuerda Zack y en realidad no usa el sarcasmo—. ¿Y el sexo matutino no te calma el mal humor?
—Zack —Chasqueo rodando los ojos.
—Pues no, realmente no piensas en tener sexo cuando quieres devolver el estómago, por si lo dudas —añade Adara con un toque irónico, no le sorprende ni le ofende nada de lo que él podría decir porque son buenos amigos.
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El Filo de un Corazón Roto.
RomanceProbablemente todos en el mundo habían sufrido la perdida de un amor, y tenido que ser víctima de los estragos que causa. A Kelyam McGowan le llegó su turno. Para ella era como vivir con una bala perforando su corazón, la anestesia para soportar el...