Capítulo 3.
La doctora Horan me observa con sus cálidos y analíticos ojos cafés, es difícil de creer esa mezcla de características pero a mí me lo parece. Es el segundo psicólogo que me ha atendido este año, con quien he decidido quedarme hasta ahora.
Alrededor de tres meses después de haber perdido a Olly, me llevaron con el primer psicólogo y éste solo dijo "es normal, ya se le pasará". Y no, por supuesto no pasó, no mejoré, cada día me sentía más hundida y llegué a estar al borde de mi vida.
Alannah se encargó de buscarme otro centro médico la siguiente vez, la primera psicóloga no me hizo sentir cómoda, no me sacó ni una palabra, pero la doctora Horan fue lo contrario. Transmite serenidad y comprensión, aunque estuve renuente de hablarle él me hizo charlar de otras cosas, temas triviales hasta hacerme sentir en confianza. Lo logró.
—No lo iba hacer —repito por milésima vez, esperando que me crea.
—De acuerdo —dice con tranquilidad—. ¿Me comentas qué pensamientos rodaban por tu mente en ese momento?
Guardo silencio unos segundos; responder me da miedo algunas veces, porque entonces exploraremos la oscuridad de mi mente y emociones sombrías, temo al diagnostico que deberé enfrentar.
¿Tan mal estoy? ¿Tan hundida y perdida? ¿Tan inestable? ¿Rota? ¿Destrozada?
Ya me diagnosticaron duelo complicado y debido a éste, depresión. ¿Qué más jodida estaré? ¿Un trastorno nuevo? ¿Ansiedad, tal vez?
—Kelyam —pronuncia sacándome de mis pensamientos.
Sacudo la cabeza. —Lo siento, yo... Ya sabe.
—Lo sé —afirma con un tono comprensivo—. ¿Recuerdas lo que hablamos de ello?
—Sí... —suspiro—. Los diagnostico nos beneficia para saber a qué nos enfrentamos y poder tratarlo adecuadamente.
—Exactamente, Kelyam —sonríe como si fuese un logro recordarlo—. Sin embargo, puedes estar tranquila en este momento. No estoy analizándote para un nuevo diagnóstico, quiero que me hables y te expreses para entender ese episodio.
Asiento en silencio, tomo aire antes de hablar.
—Lo estaba recordando —empiezo mirando hacia la ventana, al cielo celeste con nubes blancas—. Y era de las veces que dolía demasiado, de manera insoportable. Estaba llorando, mi pecho se apretaba —Paso una mano por la zona, rememorando el dolor—, y sentí que no podía respirar bien. Por eso me levanté y me asomé a la ventana para respirar aire fresco y recordé la noche... que sí intenté hacerlo.
>>Dolió aun más y me asusté, porque no quería pasar por eso de nuevo. Me dije que necesitaba parar el dolor. Y el alcohol me entumecía, me daba sueño y así podría descansar. Fue eso.
>>La primera vez quería verlo, y esta solamente quería parar el dolor —Volteo para verla a los ojos—. Es distinto, ¿lo comprende?
—No querías atentar contra tu vida.
—No.
—Solamente reducir el dolor.
—Sí.
La observo expectante por un veredicto, hasta ahora nadie me ha creído. La situación en mi hogar están tensas, Declan está todo el día conmigo y si no es él, es Alannah.
—La idea de "detener el dolor" también es una manera de manifestar pensamientos suicidas —responde, provocando que apriete mis labios con molestia.
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El Filo de un Corazón Roto.
RomanceProbablemente todos en el mundo habían sufrido la perdida de un amor, y tenido que ser víctima de los estragos que causa. A Kelyam McGowan le llegó su turno. Para ella era como vivir con una bala perforando su corazón, la anestesia para soportar el...