Capítulo 38.

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Capítulo 38.

Me estiro tanto como puedo en mi lugar, bostezo y vuelvo a recostarme en el asiento trasero del coche. Alannah voltea a verme.

—Dijiste que has dormido casi todo el día, ¿y aún tienes sueño? 

—No, pero haber dormido tanto me deja con pereza —respondo, alzando los hombros.

—En realidad pareces contenta —señala Declan, mirándome por el retrovisor—. ¿Fue buena la noche de películas?

—Sí, bastante.

Toda la noche fue buena, de hecho. Si tendría que describirlo, diría que fue como si estuviese soñando despierta. Han pasado horas desde que me despedí de él y todavía lo asimilo.

Finnegan me besó, yo lo besé, nos besamos por horas. Y Dios, se sintió jodidamente bien.

Pienso en ello desde que desperté, me estremezco y sonrío tontamente ante cada recuerdo que vuelve a mi mente. No tengo palabras, tampoco ganas de hablarlo con alguien, por ahora mantengo el entusiasmo para mí. Como mucho hasta que llegamos al restaurante y lo pierdo un poco.

Después de recogerme en el apartamento, Declan planeaba dejarnos en casa a Alannah y a mí, pero apenas supe que iría al restaurante donde trabaja Zack, dejé en claro que no me importaba ir. Alannah me dio una mirada reconocedora, sin embargo no dijo nada. Yo sé que ella no me juzga por querer buscarlo, incluso si no está de acuerdo.

Estoy segura sobre querer tener una conversación con él, intentar llevar las cosas lo mejor posible, y me lo creo hasta que lo observo. Está de espalda hablando con Brid en el pequeño mostrador de la esquina donde generalmente está.

—Dex, Anne —Brid los nota de inmediato, y luego me ve—. ¡Lyam!

Viene directamente hacia mí para abrazarme, respondo a su gesto pero mantengo la vista en él así que veo cuando se endereza ante mi nombre y luego gira con los ojos ampliados. Nuestras miradas conectan, aunque no por mucho porque Brid capta mi atención.

—¿Cómo estás? Qué lindo es verte por aquí.

—No suelo venir mucho —asiento—. Estoy bien, ¿y tú?

—Un poco agotada, terminé mi turno. Estaba con Zack para recargarme antes de irme —responde, abrazando brevemente a los otros dos—. ¿A qué vinieron?

—Asuntos administrativos, tengo que ver algo con Colin y ellas me acompañan —responde Declan—. Ya regreso.

—Bien, ¿quieren una malteada? —pregunta Alannah.

—Las alcanzo en un momento, saludaré a Zack.

Ambas asienten, pero Alannah gesticula un suerte hacia mí antes de alejarse con Brid. Miro adelante, Zack está de espaldas otra vez y su postura me hace saber que me espera. Pero mientras más me acerco, creo que no lo hace por voluntad sino porque sabe que no lo puede evitar.

Vacilo cuando estoy detrás de él, inspiro hondo y toco su hombro.

—¿Zack?

—Lyam —responde sin voltear—. ¿Qué se te ofrece?

—Necesito hablar contigo.

—Estoy ocupado con el trabajo.

Joder, ésto duele.

—Cinco minutos, por favor —pido.

—Creo que cinco minutos no serán suficiente para... ¿qué, arreglar nuestra amistad?

Muerdo mi labio y parpadeo para evitar las lágrimas, no quiero llorar. No quiero que me de la cara solo porque me escuche sollozar.

—¿No crees que vale la pena intentarlo? —replico—. Está bien, puedes enojarte conmigo, pero no insultes la amistad que hemos tenido diciendo que no lo vale. Porque sé que a pesar de todo hemos sido verdaderos amigos, Zack, y quiero luchar por ello. Por ti.

El Filo de un Corazón Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora