Prólogo.
La principal cualidad de mi hermano mayor es la honestidad, lo seguiría con los ojos vendados, creería cualquier cosa que me diga sin dudar... excepto esta vez. Porque no quiero que sea real.
No puede ser cierto, no, me niego.
No importa si Declan lo dice, yo debo verlo con mis propios ojos y entonces lo creeré, por eso mis ojos están secos, sin derramar lágrimas, mientras camino hacia la habitación donde debe estar esperándome.
Ni siquiera me inmuto al ver que sus padres lloran desconsolados en las sillas, ni a su hermana en el suelo abrazándose a sí misma; los observo pero sigo sin verlos realmente. La puerta de la habitación se abre y sale su abuelo con ojos hinchados y rojizos.
—Kelyam... —murmura al verme.
—Tengo que verlo.
—Lyam —Declan toma mis hombros—. Piénsalo un momento, respira...
—Necesito verlo.
Él suspira. —Lo sé.
Su abuelo se aparta de la puerta dejándome frente a ella. No lo dudo, entro inmediatamente y mis ojos desesperados lo buscan hasta hallarlo en su cama. Voy directo a su lado sin quitarle la mirada de encima.
Me siento a su lado, le tomo la mano encontrándola fría y floja, observo su rostro pálido de ojeras marcadas y labios morados entreabiertos. Sus ojos están cerrados. Parece que duerme.
—Olly —susurro—, despierta.
Nada.
—Cariño, llegué —digo más alto, al tratar de acunarle la mejilla su rostro cae de lado.
Aguanto la respiración.
—Olly, estoy aquí —Tomo su rostro, frío al tacto, pero sigue sin abrir sus ojos. Sin moverse en absoluto—. Amor, por favor despierta. Quiero verte. ¿Olly? Mírame. Estoy aquí.
Nada aun.
Hay silencio, falta algo.
Analizo la habitación buscando qué causa tan angustiante silencio hasta que lo encuentro: la máquina cardíaca. No está sonado, no está encendida. No indica los latidos de Oliver.
Alguien debió apagarla en un descuido, por lo tanto me levanto y busco su enchufe pero está conectada. Reviso los botones traseros de la máquina, al hallar el de encendido lo presiono, se enciende y el sonido inunda la habitación.
Biiiiiip...
Lo apago, vuelvo con Oliver.
—Por favor —imploro al cuerpo que no se inmuta—. Oliver, despierta.
No se mueve.
No despierta.
No abre los ojos.
La máquina no suena.
No la necesita porque no hay latidos que indicar, grita mi subconsciente.
—Oliver, vamos —pido sacudiéndolo, es como mover un pesado muñeco. No reacciona, lo suelto ala vez que alzo la voz en un grito, desgarrándome la garganta—. ¡Declan!
Mi hermano aparece de inmediato pero no lo veo, mis ojos están en Oliver.
—Olly no despierta —informo—. La máquina se dañó.
Declan suspira hondo. —Lyam... mi amor... la máquina no está dañada.
—Está dañada —insisto—. No hace el sonido que debería.
No escucho sus pasos cuando se acerca, no soy capaz de oír nada mientras busco el sonido de la máquina. Declan se agacha a mi lado y sus ojos me observan con gentileza.
—Mi niña, mi Lyam... lo siento mucho.
—Olly no despierta —digo dándole caso omiso—. Haz algo.
—No puedo hacer nada al respecto, mi niña, ojalá pudiera.
—Sí puedes, tú puedes con todo. Arreglas cualquier cosa.
—Lyam...
—Ayúdame, Dex, ayúdame por favor...
Mi voz se rompe, yo me destrozo.
—Declan, por favor, por favor. Haz que despierte. Despiértalo.
—Lyam, lo siento mucho... No puedo.
Niego repetidas veces, yo sé que puede, mi hermano puede con todo y haría cualquier cosa por mí. Pero insiste que no.
Declan no miente.
La máquina no suena.
Oliver no despierta. Y no lo hará jamás.
—No, no, no... Olly, mírame... Abre tus ojos, Oliver... ¡Oliver!
Grito con demasiada fuerza al punto que me quedo sin aire. Grito una y otra vez su nombre, lo llamo, le imploro mientras me aferro a él. Pero no me ve, no me sonríe, no me habla... y jamás lo hará de nuevo.
Siento que aprietan mi pecho robándome el aliento, cada fibra de mi ser se sacude creando incontrolables temblores. Las lágrimas son como un océano. El dolor me cubre completamente.
¿Cómo puedo sentir agonía cuando no percibo mi corazón?
La única explicación que tengo para ustedes, es que Anne se adueñó de mi mente.
Lamento que después de varias semanas de espera yo aparezca con algo tan desgarrador, porque no importa si ya ustedes intuían que pasaría, esto igual duele. El hashtag de este libro es #AquíSeLlora (En ATDUCR era #AmigaDateCuenta y en UVCR era #DarikReacciona).
Primero, lo siento. Segundo, prometo dejarles una caja de pañuelos en cada capítulo, les dejo la primera: *caja*
Quería dejarles al menos el prólogo porque ya me sentía preparada, quería darles una probadita de lo que será el libro, sin embargo, empezaré actualizar en junio. Fines de semana, claro. He estado adelantando varios capítulos para darle forma, trazar la estructura, y que desde que empiece no falte una semana sin actualización.
Por último y no menos importante, muchas gracias por quienes siguen aquí. Los adoro.
Vayan preparándose, comenten sus amenazas y lloradera, pero no olviden el voto.
¡Nos leemos!
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El Filo de un Corazón Roto.
Roman d'amourProbablemente todos en el mundo habían sufrido la perdida de un amor, y tenido que ser víctima de los estragos que causa. A Kelyam McGowan le llegó su turno. Para ella era como vivir con una bala perforando su corazón, la anestesia para soportar el...