Capítulo 12.

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Capítulo 12.

Kelyam.


Tomo las converse negras y me siento en la cama a desatar los cordones porque soy más de desatarlos para ponérmelos que para quitármelos, siempre salgo de ellos empujándolos por el talón.

—Mañana tienes la cita con la psicóloga —recuerda Declan, está durmiendo a Dannah por lo tanto camina de un lado a otro meciéndola—. Que no se te olvide, no hagas planes para la tarde.

—Está bien —murmuro, no quiero pensar en eso.

Los antidepresivos están funcionando, siento una mejora en mi estado de ánimo y temo que volver con la psicóloga acabe eso, porque sé que hablaremos del tema. Puede que me esté sintiendo mejor, pero si pienso o hablo de ello, me derrumbo. Los antidepresivos no bloquean la dolorosa realidad.

Esta semana fingí enfermarme para retrasar la cita con la psicóloga, ha sido la primera semana que no he roto en llanto o que estuve en cama gran parte del día. Quise disfrutarlo un poco más.

—¿Crees que fui muy rápida al perdonarlo? —pregunto cambiando de tema.

—Tal vez —Declan me observa—. Es decir, ¿un simple helado?

—A él no le gusta el helado.

Frunce el ceño. —¿A quién no le gusta el helado?

—Lo sé, es extraño —asiento, alzo mi pie y me coloco el zapato.

—De igual forma aunque no le guste, ¿un helado compensa dos plantadas? No lo veo suficiente.

Puede que tenga razón, incluso me cuestioné si fui poco dura, pero lo cierto es que no me importa mucho. Lo dejo pasar por mi propio beneficio; tengo una extraña ganas de salir, de hacer algo diferente con alguien que no sea mi familia, romper un poco el molde en que he estado últimamente.

Y Finnegan tal vez sea mi única opción para eso, sin embargo me agrada así que no es algo malo.

—Si me falla de nuevo, te doy permiso de golpearlo —bromeo.

—Sin embargo pareces confiada de que no lo hará.

—No cualquiera se esforzaría en llegar aquí y luego meter la pata de nuevo —contesto, me inclino por el otro zapato y desato los cordones—. Le creo esta vez.

—Bueno, tú lo conoces un poco más que yo, así que supongo lo tienes a tu criterio.

No contesto de inmediato, pero pienso en el por qué me agrada. Lo tengo claro, aunque se burle demasiado y parezca odioso —no creo que en verdad lo sea—, siento que nos entendemos. En las pocas interacciones que hemos tenido, presiento que ambos seguimos el mismo ritmo respecto a la vida.

—Le conté sobre Olly —susurro llevando los pensamientos a mi voz.

—¿Lo hiciste? —inquiere Declan, neutral.

—Solamente... el final, por así decirlo —contesto—. Y no me observó con lástima, ni compasión ni pena. Su respuesta fue decirme que yo soy fuerte, y no de una manera que otros lo han dicho, no lo dijo por decirlo o específicamente a hacerme sentir bien, fue un reconocimiento.

—Entiendo a lo que te refieres —dice, lo observo parando la acción de colocarme el zapato—. No siempre un 'eres fuerte' ayuda mucho, a veces lo dicen por no saber qué otra cosa decir e irrita. El reconocimiento hace que te lo creas y lo consideres desde otra perspectiva, como que de verdad puedes seguir.

El Filo de un Corazón Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora