Capítulo 29.
Kelyam.
Levantarme luego del enfrentamiento con Ava, fue difícil. Los días posteriores estuve encerrada, cuestionando todo y nada a la vez, no quería salir y me sentía doblemente mal por ello; fue una recaída, sin embargo, no tan fuerte como supuse que sería. Porque yo no había hecho nada malo.
Conseguí el entendimiento para una hermana profundamente dolida, pero también me di mi lugar. No estaba haciendo algo mal, salía con un amigo porque disfrutaba de un buen día y eso era todo. Muchas veces me he cuestionado si yo merezco ser feliz cuando él no está, y la respuesta a eso siempre será un sí.
—¿Por qué no te lo merecerías? —preguntó la doctora.
—Porque él no puede tener lo mismo —respondí.
Ella me miró a los ojos y con delicadeza respondió:
—Pero él falleció, Kelyam, y lo que pudo haber sido o no, no está en ti. No puedes depender tus emociones, experiencias, acciones... en sí, tu vida, de él ni de su ida.
Eso fue lo que escribí en mi mural de peces, ya habíamos tocado el tema antes y mencionarlo de nuevo, me ayudó a tenerlo presente en la situación. Poco a poco aprendo más a aceptar los hechos y lo que conlleva.
He podido levantarme después de días, hice planes con Alannah para comprar vestidos, Zack me visitó en uno de esos días, luego salimos y también me reuní con Finnegan. Oh, él y aquel abrazo que me dio, su mirada... fue más de lo que esperaba y significó mucho. Quise disculparme por cómo lo trató Ava, pero no me lo permitió y a cambio hizo como si nada, dándome una buena tarde.
Ahora que he podido volver a una considerable estabilidad, decido enfrentarme directamente a la situación. Por ende Declan está llevándome a reunirme con ella. Estoy nerviosa, sí, tengo un nudo en la garganta, pero no me retracto.
—¿Quieres que te acompañe hasta allá? —se ofrece cuando detiene el coche.
—Iré sola —respondo—. Gracias, Dex.
—Estaré aquí.
Asiento antes de bajarme, tomo aire mirando la fachada y luego emprendo el camino hasta la tumba de Oliver. Creí adecuado este lugar para reconciliarnos, justo con quien nos unió. Llego a su puesto, sin flores a diferencia del resto, pero limpia y cuidada.
—Hola, Olly —saludo agachándome en frente—. Es difícil de creer, hoy... no duele tanto, ¿sabes? Sí duele, siempre lo hará, pero no está ese ensordecedor dolor al que consideraba usual.
No consigo sonreír, llego a una mueca, pero es mejor que las lágrimas. Aunque sé que estas solo están retrasadas.
—Te echo de menos, como siempre —continuo—. Y muchas cosas todavía me cuestan, pero te aseguro que estoy avanzando. Voy mejorando como hubieras querido... como yo quiero, también. A pasos de bebés, aunque importa. Cada paso importa.
Me detengo por el nudo en la garganta, no contengo las lágrimas, sin embargo intento mantener la serenidad como puedo. Respiro hondo y alzo la mirada, dándole una vista al lugar y con ello reconozco a Ava acercándose.
—Te amo —susurro bajando a la lápida—. Como tendremos compañía, me apresuro a decírtelo.
Cinco segundos después, Ava se detiene a mi lado mirando a la misma dirección que yo. Escucho su tembloroso suspiro, luego siento que toma mi mano.
—Lo siento, Lyam —dice con voz quebradiza.
—Lo sé —susurro—. Yo también.
La observo y ella a mí; no tenían muchas similitudes, solo el color moreno de la piel y el exacto color de los ojos cafés. Verlos directamente, me envía a recordar los de él y me rompe. Sollozo, Ava igual, y nos abrazamos como lo hicimos en ese maldito día en el hospital, cuando caímos de rodillas en el funeral, nuestras lágrimas se mezclan como se mezclaban nuestros gritos cuando el ataúd bajaba.
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El Filo de un Corazón Roto.
RomanceProbablemente todos en el mundo habían sufrido la perdida de un amor, y tenido que ser víctima de los estragos que causa. A Kelyam McGowan le llegó su turno. Para ella era como vivir con una bala perforando su corazón, la anestesia para soportar el...