Capítulo 25.
Kelyam.
Cuando llegamos al estacionamiento de la facultad de artes, bajo del coche y ayudo a Dannah a bajar también; del otro lado Declan despierta a Dean y lo ayuda a caminar para que espabile. Alannah toma una mano de mi sobrina, Macbride la otra, y empezamos a caminar a la entrada.
—Lil está guardando los puestos —informa Declan revisando su celular—. Y Adara está con ella.
—¿Rik no viene? —inquiere Macbride.
—Está en camino.
—¿No has recibido un mensaje para mí, Dex?
—No, Lyam —dice volteando a verme—. ¿Él te confirmó que vendría?
—Dijo con mucha seguridad que sí.
Su respuesta es asentir con la cabeza, y aunque no lo diga sé que está a la defensiva, por si lo mismo vuelve a suceder. No puedo culparlo, muy dentro de mí tengo la misma ansiedad por esa idea, pero le doy el voto de confianza porque sí se lo ha estado ganando.
Río cuando Dannah lo hace, ya que Alannah y Macbride la alzan por sus brazos. Dean, que ahora está sobre los hombros de su padre, aplaude motivándola a saltos más altos. Llegamos a la entrada todos riéndonos con suavidad, pequeños y sencillos momentos como estos me aportan serenidad, me ayudan en algunas ocasiones.
—Lyam —Alannah me codea y señala con disimulo—, por allá.
Volteo y ahí está Finnegan, apoyado en un pilar, con la vista en el suelo y las manos escondidas en los bolsillos de su chaqueta. Veo a Declan asentir, y me encuentro a mí respirando con alivio. Les digo que pueden ir entrando mientras yo me dirijo a él, solo que, cuando más me acerco, soy consciente de su estado.
Ojos perdidos, ceño levemente fruncido, la mandíbula apretada... No está bien, él no lo está. Y lo reconfirmo cuando ni estando cerca reconoce mi presencia, debo hablar para que me observe.
—Hola.
—Genio —murmura sin ánimo, se aleja del pilar y alza los hombros—. Aquí estoy.
—Uhm, sí, y parece que alguien te trajo apuntándote con una pistola —comento, pero no hace ningún gesto—. ¿Ha pasado algo?
—Da igual, a todos les da igual —refunfuña sin verme—. Entonces vamos, ¿es por allá?
Tomo su brazo cuando pasa por mi lado, se detiene y yo me paro delante de él.
—No necesitas contármelo, pero si no quieres estar aquí, no te obligaré —recalco mirándole a los ojos y durante unos tres segundos no dice nada, hasta que suspira.
Da un paso atrás, pasando la mano por su rostro y luego el cabello, desordenando algunas ondas.
—Lo siento, no quiero defraudarte otra vez, pero no estoy teniendo un buen día.
—Vale, lo entiendo —aseguro, y de verdad lo hago.
—Te llevaré a una buena heladería para recompensarte —promete.
No hay mucho que decir después, da una corta despedida y empieza a alejarse, no me quedo a verlo perderse de mi vista, me devuelvo a la entrada e inmediato reconozco a Zack esperándome. Intento saludarle con una buena sonrisa, a pesar de mi preocupación por Finnegan.
—Hey —saluda mirando sobre mi hombro—. ¿Quién es?
—Es mi amigo, del que te hablé.
—El otro pobre desgraciado —dice, esta vez no me hace gracia aunque no lo comento—. ¿No vendrá?
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El Filo de un Corazón Roto.
RomanceProbablemente todos en el mundo habían sufrido la perdida de un amor, y tenido que ser víctima de los estragos que causa. A Kelyam McGowan le llegó su turno. Para ella era como vivir con una bala perforando su corazón, la anestesia para soportar el...