Capítulo 2.

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NOTA IMPORTANTE: Daré una advertencia al inicio de cada capítulo si habrá escenas específicas de salud mental en general (ataques de pánico, suicidio, etc). Esto lo hago por aquellos lectores que viven o vivieron lo mismo, para evitar desencadenar ataques de pánico o rememorar sus recuerdos.

 He escrito con todo el respeto y cuidado posible, espero lo tomen en cuenta.

*Advertencia de contenido sensible*


Capítulo 2.

No puedo dormir, aunque quiera no logro conciliar el sueño.

Lo peor no es no dormir, sino las emociones e inevitables pensamientos que me atacan. No las soporto y quiero protegerme de ambos, estoy sentada en la esquina de mi cama con las rodillas en el pecho y mis brazos rodeándome, pero no me protege de mi propia mente.

Los recuerdos esta noche pesan tanto que el dolor me trae la sensación de ahogamiento; respiro como debería, pero mi pecho duele como si me faltase el aire. No lloro, las lágrimas están detrás de los temblores de mi cuerpo y la imagen congelada de mi habitación a oscuras que intento mantener.

Pero ahí están, los recuerdos no se van a pesar que eché las memorias físicas en una caja a lo último del armario.

Puedo verme de pie frente al mismo armario buscando qué ponerme, y él desde la cama en donde estoy, diciendo que cualquier prenda me luce. Casi puedo oír las risas que emitíamos varias veces al acostarnos juntos, o aquella vez que lloré de risa porque se cayó cuando creyó oír que Declan venía. Es fácil recordar sus gestos de alerta cada vez que entraba aquí, por si mi hermano aparecía.

A veces cuesta recordar con exactitud, y otras es demasiado sencillo. No tanto, sin embargo. No hay facilidad en tolerar el dolor que causa solo poder recordar, más no revivir.

Lo extraño tanto, muchísimo, demasiado... No hay día que no lo haga, ni lo recuerde, pero esta noche el echarlo de menos y el dolor predomina sobre las memorias. Y tengo miedo, porque la última vez que lo sentí... Creí que seria la última vez.

No intento repetirlo, pero abro y me apoyo en mi ventana que ahora tiene protección, tomo en una respiración temblorosa el aire nocturno. La calle está solitaria, iluminada solo por los faroles de las aceras y el silencio reina igual que esa vez.

Envuelvo mis manos en el acero frío de la protección, y miro atrás recordando cuando Declan entró aquella noche.


Hubo un segundo toque en la puerta y la repetición de mi nombre, pero no puedo hablar. De mis labios solo salen fuertes sollozos, mezclándose con las gruesas lágrimas deslizándose por mis mejillas. El ardor en la garganta no es comparado a la del pecho.

Miro debajo de mis pies colgantes la acera, un nuevo recuerdo llega a mi mente: nosotros dos sentados ahí, comiendo snacks y hablando. Parece algo normal, pero trae un gran dolor consigo.

La distancia que mido de mi habitación en el tercer piso y la acera, es la más corta que he estado de Oliver en un año.

Un solo movimiento y la distancia no existirá más.

Podré verlo, me reencontraré con él...

—¿Kelyam?

La voz de mi hermano corta momentáneamente mis pensamientos, pero no puedo voltear, solo miro la acera. Está más cerca, más cerca...

El Filo de un Corazón Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora