Capítulo 1.

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Capítulo 1.

A través de la ventana del coche observo el cielo, está completamente azul sin nada de nubes. Es porque estamos en julio, el mes más caluroso. Así que climáticamente parece un buen día, emocionalmente... no es tan malo.

Pero no puedo adelantarme a los hechos, apenas es mediodía, cualquier cosa puede pasar y hacerme decaer otra vez. Intento no pensar en esas posibilidades para evitar adelantar la caída. De verdad espero que sea un buen día.

Al regresar la mirada a dentro del coche me hallo un par de ojos mieles claros mirándome fijamente. Son idénticos a los de su padre, mi hermano Declan, solo que lucen más inocentes y menos intensos.

—¿Qué ocurre, Danie? —le pregunto.

—No guta —refunfuña refiriéndose al portabebés, alza las manos—. Libre, tía Lya.

—Bomboncito, pronto serás libre —le contesta Alannah volteándose ya que está de copiloto—. Estamos cerca.

—No guta, nana.

—Si te quedas ahí el resto del viaje, te premiaré.

Dannah parece considerarlo, luego de unos segundos asiente en aceptación. Alannah le lanza un beso provocando que sonría y responda con el mismo gesto.

—¿No hay beso para mí? —interviene Declan, quien conduce.

—¡Siempe, papi! —afirma Dannah antes de lanzarle un montón de besos junto a Alannah.

—¿Mucho ruido no despertará a Dean? —inquiero mirando a mi otro sobrino.

—Por favor, no hay manera de que Dindie se levante estando en el coche —responde Alannah—. Tiene el sueño muy pesado.

Sonrío a medias viendo a mis sobrinos, es cierto, Dean duerme apenas entra al coche. Verlos me hace recordar que el tiempo ha pasado tanto al punto que Declan y Alannah son padres de mellizos de casi dos años.

Dean Christopher y Dannah Kaytlin, sus segundos nombres en honor a familiares perdidos —el abuelo de Anne y mi mamá—. Ambos heredaron el cabello cobrizo de Alannah, pero sus facciones son más similares a las de Declan, incluyendo el color de ojos.

El tiempo sí que ha pasado, todos hemos crecido y cambiado, llegaron nuevos miembros... y otros se fueron.

Respiro hondo e intento no pensar en eso, me enfoco en las conversaciones a mi alrededor y en Dannah cuando me habla mientras su mellizo duerme como una roca. Pronto llegamos a nuestro destino; nos detenemos en el estacionamiento y bajamos.

—Es un bonito lugar —comenta mi hermano observando el edificio mientras carga al adormilado Dean.

—Ojalá tengan un mejor casero, no tan hijo de... Ya sabes —dice Alannah echándole una mirada a Dannah—. Fueron maduros al tomar la decisión.

—Eso no puedo discutirlo.

—¡Nana! —exclama Dannah balanceándose en los brazos de su mamá—, ¿mi premio?

—¡Son muchos besos!

Las observo reír mientras avanzan, es un sonido agradable, la risa de los bebés me han distraído varias veces.

—Oye, Lyam —llama Declan—, olvidé los libros de Rik en el coche, ¿puedes traerlos?

—Claro, ustedes vayan adelantándose.

—Gracias, toma las llaves —dice entregándomelas.

Vuelvo al coche, abro la cajuela y saco la caja de libros que Darik olvidó en nuestra casa. Él y Adara habían estado viviendo un mes con nosotros mientras buscaban otro apartamento, que finalmente hallaron hace una semana y se mudaron ayer. Oficialmente son dueños de un lugar.

El Filo de un Corazón Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora