Capítulo 45.

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Capítulo 45.

Finnegan.


Escuché la campanilla, pero no me giré hasta que su voz sonó. Mi corazón en ese momento volvió a latir con la velocidad normal, luego de semanas funcionando a medias con pulsaciones lentas. ¿Y al mirarla? Hace mucho no sentía tal emoción y ganas por abrazar a alguien.

No dejo de pensar en esa tarde y cuento las horas para vernos de nuevo, aún debo esperar al día de mañana. Ahora estoy con mi familia del lado materno, como tenemos la casa más grande siempre solemos celebrar estas festividades aquí; están los abuelos, tíos, primos... todos. Excepto Fionlagh, porque él fue a celebrarlo con la familia de Nelda.

He pasado toda la noche escuchando conversaciones que no quiero, participando a medias para no ser grosero, y ya son más de las doce pero según mamá, por cortesía, debo quedarme más tiempo. Sin embargo cuando veo la oportunidad, me escabullo a hacer una llamada.

—Definitivamente te odio —declaro apenas me contesta.

—Feliz navidad también para ti, Finn —contesta Fionlagh con sarcasmo—. A ver, ¿por qué me odias?

—Me dejaste abandonado con esta gente.

—Esa gente es tu familia.

—Pero ya me hastían —replico mirando donde están—. Kevin está tan borracho hasta el culo que llegó a lanzarse a la piscina con este frío, ahora quizá sufra de hipotermia. Tía Karina casi lo acribilla, eso sí fue interesante. Audra no deja de cantar con voz de gato moribundo, Juozas no deja de hacerme preguntas fastidiosas y el resto conversan cosas que no me importa. Me muero del aburrimiento.

—En primer lugar... ¿Grabaste a Kevin?

—Sí, y el regaño también.

—Perfecto, entonces vamos con lo segundo... ¿No fue Danuta? Ella te agrada.

Es la prima con quien más afinidad tengo porque ambos amamos la literatura, aunque desde niños nos entendemos mejor que con otros.

—No, está con la familia de su esposa. Hoy todos me abandonaron por su familia política.

—¿Qué hay de Kelyam, por qué no la llamas y hablas un rato con ella? Seguro se te quita lo aburrido.

—No quiero interrumpirle la noche con su familia —respondo, porque ya lo había pensado hace horas.

—Ah, ¿pero sí la mía? —inquiere, me alzo de hombros aunque no pueda verme—. Aguanta hoy, mañana nos veremos y lo recompensaré.

—Mañana saldré con la Genio.

—Bueno, cuando regreses. Ahora me voy y tú sobrevives.

Antes que pueda añadir algo más, cuelga. Suspiro hondo para colmarme de paciencia y soportar media hora más, quizá con eso convenza a mamá. O podría decir que me duele la cabeza, eso también funcionaría.

Me doy la vuelta con la segunda opción en la mente, busco a mamá y la encuentro con dos tías y tres primos en la cocina. Voy entrando justo cuando Juozas deja caer algo de la nevera, rompiéndose y esparciéndose de inmediato; una sola mirada me hace saber que es la botella que guardé para Kelyam, lo cual me hace inspirar hondo.

—¡Oh, lo siento, tía! ¿Qué era eso?

—Más kisielius —responde mamá, mirándome—. Era de Finn, pero... aun queda.

El Filo de un Corazón Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora