Capítulo 61.
Las puertas del ascensor se abren y Finnegan me lleva dentro de su penthouse sin soltar mi mano. Es tal como lo recordaba, con la diferencia de que hay unos cuantos adornos más y luce más limpio; se siente la diferencia de cuando no era habitado.
—He ido volviendo desde hace dos meses —comenta él—. Luego de pasar el período de abstinencia, me pareció adecuado ir regresando a mi lugar.
—Hay más adornos, pero sigue sin haber un comedor.
—Detalles.
Antes de decir algo más, un maullido llama mi atención. Giro hacia la cocina de donde aparece Trinity, luciendo un poco más grande.
—Oh, Trinity, ¿me recordará?
—Si se acuesta sobre tus pies... Ok, te recuerda.
Sonrío al ver cómo se acurruca en mis pies, suelto la mano de Finnegan para poder tomarla entre mis brazos y acariciar su hermoso pelaje naranja.
—¿Quién cuidó de ella todo este tiempo?
—Yo, me permitieron tenerla en la clínica —contesta, viéndola con amor—. Tenerla fue un gran consuelo y al ver que ella me ayudaba, me recomendaron hacer voluntariado en una fundación de mascotas. Iba de viernes a domingo, en horas de la tarde.
—Se escucha bien —le sonrío—. Parece que de alguna forma conseguiste una experiencia parecida a ser veterinario.
—Por eso era mi actividad favorita, además que conseguí a alguien especial allí. Tienes que conocerla.
—¿De quién se trata?
Él me sonríe para luego girar hacia el pasillo y soltar un silbido, puedo escuchar perfectamente unos pasos apresurados viniendo ante el sonido. Unos ladrillos me sobresalta y después veo venir a un hermoso perro labrador de pelaje claro.
Finnegan se agacha para recibirlo, su mascota ladra y salta a su alrededor, eufórico por su presencia. Es algo adorable de ver.
—Genio, te presento a Mina —dice, inmovilizándola cuando la abraza—. La conocí en mi séptimo mes de rehabilitación, llegó pequeña por un gran caso de desnutrición y con una de sus patitas fracturadas.
—Oh, pequeña —me lamento, agachándome para acariciar su cabeza mientras con el otro brazo sigo sosteniendo a Trinity—. ¿Cómo está ahora?
—Mucho mejor, ambos sanamos paralelamente juntos y cuando salí de la clínica, supe que tenía que buscarla. Los encargados sabían que lo haría, así que cuando fui ella ya estaba lista para mi sorpresa.
—Eso es lindo, Finn. ¿Elegiste tú el nombre?
—Sí, aunque tardé unas semanas en nombrarla. No me decidía.
—¿Y por qué Mina, entonces?
—Mi doctora solía decir que luego de visitarla, los niveles químicos en mi cerebro mejoraban y a veces llegaban a establecerse, bromeó diciendo que era mi otro antidepresivo —explica, mirándola con adoración—. Solía tomar desipramina, por lo tanto... Mina me pareció adecuado.
—Me gusta. ¿Qué dijo tu mamá al conocerlas?
—Le dio la bienvenida mucho más rápido que a Trinity, creo que ya lo esperaba.
Se pone de pie tendiéndome una mano, dejo de ir a la gata antes de tomar su mano y también levantarme. Me observa con fijeza, su mirada es intensa y de nuevo siento todas nuestras emociones a flor de piel.
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El Filo de un Corazón Roto.
RomanceProbablemente todos en el mundo habían sufrido la perdida de un amor, y tenido que ser víctima de los estragos que causa. A Kelyam McGowan le llegó su turno. Para ella era como vivir con una bala perforando su corazón, la anestesia para soportar el...