Capítulo 4.

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IMPORTANTE: En este capítulo se empezará a tratar una enfermedad y/o condición médica, quiero aclarar que me tomé licencias literarias para esto. Aun no se explica del todo, solo se menciona, pero para que lo tengan en cuenta desde ahora. Gracias, ¡prosigan!


Capítulo 4.

Finnegan.


—¿Cómo carajos puedes hacerlo? —inquiere Carson, mi compañero, viendo que hago un cubo de rubik.

—Aprendí —alzo los hombros.

—En mi sesenta y dos años de vida jamás he podido completarlo. Solo alcanzo a terminar un lado.

—Tiene su truco —contesto, le doy unas vueltas más y lo completo—. Aquí está.

—No duraste ni tres minutos —apunta incrédulo.

—Puedo hacerlo fácilmente en un minuto —replico—, pero estoy aburrido y eso mata el tiempo.

Dejo el cubo en el mostrador antes de estirarme y luego hundirme en mi silla. Carson sigue viendo el juguete con impresión, solo levanta la mirada cuando la campanilla suena y entra mi hermano.

—Buenas, buenas —saluda alegre.

—¿Qué hay de buenas? —preguntamos Carson y yo al unísono.

—Carson, eso sonó como si esperas un chisme, y Finn, pensaría que te levantaste con el pie izquierdo si no te conociera —contesta apoyándose en el mostrador desde el otro lado—. Chismoso y amargado, ¿cómo pueden llevarse bien?

—Descubrimos que a veces él es mi yo de los sesenta y soy su yo de los veinte.

—Solo en actitud , por supuesto, no tenía rostro de princeso —replica Carson.

—Príncipe —corrijo—. El término 'princeso' no existe.

—Lo que sea —responde encogiéndose de hombros.

—Tal para cual —niega Fionlagh con la cabeza—. ¿No debería uno de ustedes estar pendientes de las cámaras?

—Hoy es un día muy relajado y aburrido —repongo, Carson me apoya con un asentimiento.

—La mayoría ha salido, lo importante es la noche —dice relajado, él es así con una vibra tranquila y generalmente divertida.

—De todas formas no dejen las cámaras solas por mucho rato —ordena, está en su derecho ya que es nuestro jefe. Papá es dueño de un complejo de apartamentos y le otorgó el mando de éste edificio a mi hermano—. Pásame el inventario, Finn, debo ver qué mantenimientos tenemos pendiente.

En silencio lo hago, observo que lo abre y enfoca su atención en ello. Tamborileando los dedos en la superficie del mostrador recuerdo mis planes, pero espero que Fionlagh me regrese la mirada.

—¿Qué?

—Necesito el domingo libre.

—¿Qué harás?

—Como si no lo supieras —respondo rodando los ojos.

—¿Visitarás a Cath? —pregunta para asegurarse, asiento en un gesto obvio y él aprieta los labios—. Finnegan...

—Siempre la visito en la mañana de cada domingo, no sé qué te sorprende.

—Que sigas exponiéndote a eso a pesar de que ha pasado un año y medio.

El Filo de un Corazón Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora