Capítulo 22.
Entre el cansancio físico y el mental, no sé cuál es peor.
He experimentado ambos, sin embargo justo ahora el físico le gana al mental, el cual se ha mantenido a raya estos días por la ayuda de la psicóloga y mi esfuerzo al enfrentarme a la baja autoestima que he desarrollado.
No lo he controlado, apenas estoy enfrentándolo. Aún me falta camino por recorrer pero haber tomado la decisión de recorrerlo, ha sido fundamental.
Aunque ahora siento una pizca de arrepentimiento; una de las herramientas que la doctora me presentó es el ejercicio, no por cuestiones de mi aspecto físico, sino que ayuda a la mente y resulta muy beneficioso. Así que he ido con Alannah al gimnasio, lo tomaremos lentamente yendo con ella las tres veces que va al establecimiento de Gael; ayer no fue tan mal, ¿pero hoy? Estoy más allá que acá y se nota cuando me dejo caer en el mueble de la sala.
—¿Tía Lya? —Dean frunce el ceño hacia mí—. ¿Tas bien?
—Tu madre no me tuvo compasión, bebé —me lamento con un suspiro.
—Ya se te pasará, la primera semana siempre es así —responde Declan apareciendo de la cocina con el biberón para su hijo, con quien se sienta en el sofá—. Ahora te bañas y te aplicas la crema mentolada que te daré.
—No me gusta el gimnasio, es el peor lugar al que he ido.
—Sentimiento de la primera semana —reafirma—. Ya te adaptarás.
—¿Y si no?
—Lo dejas y busca otro tipo de ejercicio.
—Bien, parece lógico —asiento, veo a mi sobrino y ésta alza su pulgar en ánimo—. ¿Dónde está Dannie?
—Con Alannah, fueron a recoger a Macbride al colegio —Mira su reloj de muñequera—. Ya deben estar por llegar.
Y como si los hubiese invocado, la puerta principal suena al abrirla y luego Dannah anuncia que llegaron con un grito. Viene subiendo en los brazos de Alannah, detrás de ella está Macbride y un chico castaño que jamás he visto, es delgado y de cabello rizado.
—Hola de nuevo, papi —saluda la bebé—. Tía Lya, ¡y Dindie!
—¡Dannie! —se emociona Dean como si no la hubiese visto hace mucho.
—Siempre hacen eso —explica Macbride al desconocido—. Se emocionan cada vez que se ven.
El chico asiente en silencio, luce un tanto nervioso y es Alannah quien toma el mando de la conversación.
—Él es Jacob —presenta—, amigo de Mac.
—Un gusto, Jacob —contesta Declan, yo solo agito mi mano en saludo.
—Él es mi hermano Declan —indica Macbride mientras nos señala—. Ella mi hermana Kelyam, y él mi otro sobrino, Dean.
—Hola —saluda tímidamente—. Pueden decirme Jake.
—Jake nos acompañará en el almuerzo hoy —informa Alannah.
—Pues, bienvenido a nuestra casa, Jake, puedes ponerte cómodo —asegura Declan.
—Gracias, señor.
—¿Puedo mostrarle mi habitación, Dex? Quiero que vea los dibujos.
Declan accede sin ningún problema e inmediato ambos suben. Cuando sabe que está suficientemente lejos, mi hermano mayor nos da una mirada a Alannah y a mí.
—Eso es nuevo —comenta—. Nunca había traído a un amigo antes, suele ser demasiado tímido para socializar.
—Qué ironía, de niño hablaba hasta por los codos —digo haciéndolos reír.
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El Filo de un Corazón Roto.
RomanceProbablemente todos en el mundo habían sufrido la perdida de un amor, y tenido que ser víctima de los estragos que causa. A Kelyam McGowan le llegó su turno. Para ella era como vivir con una bala perforando su corazón, la anestesia para soportar el...