Extra 1 (Parte 2)

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Extra 1: Segunda parte.

—Y... —Doy tres giros más—, listo.

Sostengo el cubo de rubik al frente, orgullosa. Nelda me observa con la boca abierta mientras Fionlagh detiene el temporizador de su celular.

—Cinco minutos y 13 segundos —dice.

—¡Genial! La semana pasada duraba ocho minutos.

—¿Cómo rayos aprendiste? —inquiere Nelda, entrecierra los ojos—. ¿Finn te ha estado enseñando?

—Sí.

—Maldito traidor, ¡llevo años rogándole que me enseñe! —Se levanta—. Me va a oír. ¡Finnegan Andrius!

Su marido y yo nos reímos, viéndola entrar a la mansión. Hoy fui invitada a un almuerzo familiar en la casa de los Lefebvre, porque el abuelo paterno de Finnegan está de visita. En estos momentos mi novio está con su abuelo dentro de la casa, mientras yo me hallo con Fionlagh y, hasta ahora, Nelda en el patio de la casa.

—Es cierto —dice Fionlagh—, lleva años pidiéndole que le enseñe. Y él siempre ha sido odioso con su respuesta; creo que internamente le gusta ser el único que sabe resolverlo entre nosotros... Bueno, hasta ahora.

—Él me hizo prometer que no le diría el secreto a nadie —contesto y eso lo hace reír.

—Imaginé algo así —asiente, ladea la cabeza y me observa con fijeza—. ¿Esa es su chaqueta, verdad?

—Oh, sí —Toco la tela de jean verde—. Me la prestó.

—Dime algo... Cuando le pediste que te enseñara armar el cubo de rubik, ¿le rogaste?

—¿Tratar de convencerlo por una semana cuenta como rogar?

—Yo diría que no. ¿Y cuando te prestó la chaqueta?

—Solo la vi, le dije que estaba linda, me la puse sin su permiso y él sonrió. No me dijo nada.

Fionlagh me observa en silencio por unos segundos, hasta que sonríe y luego procede a reír.

—De acuerdo, el amarre que le hiciste a mi hermano es más fuerte que el de Nelda a mí —comenta haciéndome carcajear—. No, en serio, lo traes tan enamorado.

—Espero que sí, pero ¿por qué lo dices?

—No sabes la cantidad de personas que le han pedido que les enseñe armar un cubo de rubik, a todas les ha dicho que no. Es muy receloso con su ropa, incluso conmigo, una vez le entregué una camisa arrugada y me maldijo; no me prestó nada por tres meses. Y realmente no hay que ser un genio para no notar la mirada de bobalicón que pone cuando te ve.

Sonrío, sintiendo mis mejillas sonrojarse. Podrán haber pasado cuatro meses, sin embargo sigo sintiendo la relación tan reciente, como que a veces no me lo creo, que este tipo de declaraciones siguen emocionándome.

—No recuerdo cuándo hice el amarre, pero me alegro que haya funcionado —contesto, haciéndolo reír.

—También me alegro —dice—. Haces a mi hermano muy feliz.

—Y él a mí.

—Lo sé, se nota.

Cambio de tema al preguntarle cómo va su matrimonio, luego de hablar un rato decidimos entrar a la casa con el resto. Todos están en la cocina, rodeando la isla; cuando entro Finnegan inmediatamente se voltea y besa mis labios castamente. Otro dato, a él le gusta besarme como saludo incluso si hemos estado en el mismo lugar y solo nos hemos separado un rato.

El Filo de un Corazón Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora