Capítulo 16.
Kelyam.
No puedo moverme.
No es que esté paralizada, sino se trata de no saber qué hacer; si me levanto y le pido que me lleve a casa, ¿cómo me verá? O si me levanto y continúo como si nada pasó, ¿qué pensaría? Además, estar cerca de estos lados es como un detonante.
Han pasado tal vez solo cinco minutos de silencio, pero mi ansiedad me hace sentir que ha sido aun más. Decido romperlo todavía sin saber qué haré, pienso que lo primero que salga de mi boca será, así que giro a verlo pero abro y cierro la boca sin decir nada.
Él me ve y alza las cejas, cuando ve que no puedo hablar decide hacerlo él.
—¿Quieres que te lleve a casa? —pregunta de manera gentil.
—No sé —contesto.
—Vale.
Finnegan no tiene reparos en aceptar y parece tranquilo, pero yo no me siento así. Estoy inquieta, no puedo hablar y solo lo observo.
—Genio —dice de repente, ladeando la cabeza hacia mí—, si quieres algo, si yo puedo hacer algo en particular que te ayude, dímelo. No sé leer mentes, ni te conozco tanto para intuirlo, y estás observándome como si esperaras que haga algo. ¿Entonces?
Suspiro, pasándome una mano por el pelo.
—No lo sé, porque Dex es el que siempre está y sabe qué hacer —respondo, siendo directa.
—¿Quieres llamarlo? —propone alzando su celular.
—No me sentiría del todo bien, en realidad —confieso poniéndome de pie, Finnegan se queda sentado en la acera—. Porque me vería como una inútil, y estoy tan cansada de verme como tal.
—Vale, no leo mentes ni te conozco lo suficiente, pero mi intuición dice que quieres explotar —comenta, se inclina hacia atrás apoyando su peso en las manos—. Soy oídos, si así lo quieres.
Lo observo en silencio, ha acertado. Y dudo en hacerlo frente a él, pero al pensarlo no me genera gran inseguridad como en otros —fuera de mi familia—. De hecho, Finnegan transmite comprensión y confianza, si me detengo a verlo es justo como ha sido desde el momento en que me paralicé.
Más la manera en que me mira ahora, es casi parecida a la que me da mi psicóloga, esa de "estás en un lugar seguro". No con el tinte analítico y profesional, lo que probablemente me da más impulso a hablar.
—Creo que soy una inútil, pero me hace sentir peor que otros o que tú lo pienses ahora —me sincero—. Y quiero explicarte mi reacción de hace un momento.
—No creo que seas una inútil, y tampoco creo que debas explicarme nada, pero si te hará sentir mejor voy a escucharte —asegura, dándome más confianza.
Así que hablo.
—No puedo ir a lugares que antes visité con Olly porque duelen terriblemente, así que los evito. No bajo al restaurante de la casa, no voy a tiendas de autoservicio, mucho menos a esa tienda de postres donde todos lo conocían y a mí. Entrar a esos lugares sin él, verme ahí y recordar los momentos juntos, es... me recuerdan que no está y aunque vivo con eso todos los putos días de mi vida, estar en esos lugares lo empeora.
>>No quiero acercarme a esa tienda —Señalo hacia la dirección en que está, nos separa una cuadra y es suficiente—. Pero tampoco quiero regresar a casa. Ha sido una semana difícil para mí, en un momento siento que estoy pudriéndome en el suelo y en otro momento logro levantarme. Hoy es un día que iba medianamente bien, las gemelas me visitaron y consiguieron alegrarme y convencerme de que arreglarme un poco me haría sentir mejor cuando saliera contigo.
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El Filo de un Corazón Roto.
RomanceProbablemente todos en el mundo habían sufrido la perdida de un amor, y tenido que ser víctima de los estragos que causa. A Kelyam McGowan le llegó su turno. Para ella era como vivir con una bala perforando su corazón, la anestesia para soportar el...